Capítulo XXXIII: La hermandad regresa.

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―¡Reunión! ―Prorrumpió Sarah inmovilizándose apenas un segundo en la puerta antes de correr hacia nuestro preliminarmente bautizado punto de encuentro. Un suspiro se fugó de mi boca, despidiéndome de Hardcox mientras cerraba la portátil y colgaba mis piernas en la litera.

―¿Es totalmente necesario?

La melena rubia retornó a emerger en la puerta, sonriendo descomunalmente antes de guiñarme el ojo y elevar ambos pulgares―: Si quieres comer Milk Duds  y ser una perra sobre la vida, sí, lo es. ―Bien. Exhalé perezosamente dejándome llevar por los caramelos achocolatados, cuando me arrojé al suelo y tuve que recoger una libreta que derribé sin querer.

Mi cama era una calamidad de golosinas vacías y tareas por hacer.

Arranqué la chaqueta del respaldar de la silla, partiendo detrás de las chicas mientras oíamos a las del dormitorio de al lado cuchichear acaloradas sobre una foto de Taylor Lautner sin camiseta. ¿La gente seguía hablando de ese chico? Me ajusté la prenda encima de la camiseta, cerrando la puerta detrás de mí mientras rodaba los ojos.

―¿Qué es esto? ―Curioseé al advertir el edredón junto a algunos cojines repartidos encima de la tela.

―Quería hacerlo bien ―Manifestó la huera―. Conociéndolas a ustedes, especialmente a Maggs, sé que confesarán más de lo que quisieran si están posando su vista en algo más que nuestras caras. Las estrellas son un buen punto en el que detener nuestros ojos. ―Punteó hacia el cielo, engendrando el resoplido de las muchachas que reían.

―Poético. ―Paz admitió.

―Más bien sonsacador.

Nuestra amiga nos sonrió, achicando los hombros―: Y… traje música.

De algún modo todas rescindimos adheridas al suelo de una terraza, encima de una tela confortable mientras nos arrebujábamos con una frazada grande y rechoncha, al lado de la otra con nuestras cabezas sobre cojines. Los paquetes con dulces eran transportados de mano en mano, observando al cielo mientras una suave música indie se escuchaba de fondo como toda una escena hipster. Un buen filtro de Instagram, y estaba segura de que sería una buena foto para recordar.

Un grito escandaloso se atendió.

―Déjame tener esto claro ―Paz paladeó uno de los caramelos, encareciendo la ceja luego de escuchar las palabras de mi boca, levantando una mano―: ¿Casi besaste a Styles? ―Estuve a punto de objetar, pero mi prima no permitió que abriese la boca―. Fueron interrumpidos, así que te marchaste con la dignidad restante ―Gracias, prima―. El profesor de literatura actuó raro, por lo que sospechas que está relacionado de alguna forma con Styles, además de que los ha asignado para la próxima evaluación juntos ―Iba bastante bien, desdichadamente―: Estuvo colmando tu paciencia durante toda la mañana, por lo que no soportaste más y le hiciste saber quién manda en casa lanzándole una patada voladora a lo Miyagi en el rostro ―Eso concluyentemente no había acontecido―. ¡Y le diste una bofetada en frente de toda la academia, santos ángeles! Eres como una heroína, Pukie. Pones en orgullo nuestro apellido. ―Expresó explayada, con una sonrisa enorme.

―Pensé que Peter Parker ya se encargaba de eso aquí.

―Si dices otra referencia de Marvel voy a tirarme por esa orilla.

Volteé mis ojos, mofándome, cuando otra fracción de paraíso fue embutida a mi boca y todas observamos al cielo con el soplo acunando crines de mi cabello―: ¡No puedo creer que hayas tenido un momento con Styles en la piscina y no hayas dicho nada, perra suertuda! ―Despaché una mirada aguda a la rubia, quien tosió, soltando el trapo―. Aileen suertuda ―Cauterizó, motivando que las demás rían―. Creo que el rizado piensa que ni siquiera Patrick es un jugador en el campo; deberías darle un pequeño susto yendo a esa cita con Jace, para que sepa que puede perderte si sigue con su idiotez.

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