Capítulo X: Girls just wanna have fun.

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Trotaba por el campus de Melbourne mientras en mi iPod sonaba «Bricks or Coconuts» de los Jacuzzi Boys. Pude notar cómo los rayos de sol matutinos comenzaban a presenciarse sobre la academia, mientras unos cuantos chicos estaban sentados encima de unas mesas charlando, otros en la esquina se besuqueaban como si no hubiese un mañana y más atrás estaban los del club de ciencias probando un experimento con Coca-Cola y mentos mientras reían como idiotas.

Suspiré, rodando mis ojos.

Continué con mi camino, ladeando mi cabeza al ritmo de la canción. Hoy habría una fiesta en el bar que estaba a pocas cuadras del plantel, y todos los estudiantes hablaban sobre ello emocionados en cada espacio de la academia. Haunted Fool todos los fines de semana se llenaba a montones de adolescentes hormonales anhelantes de un par de cervezas. Había música movida a todo volumen sonando en cada esquina del local, alentando a que Sarah se desate en la pista de baile con media escuela y Maggie coquetee con uno que otro chico misterioso en las partes oscuras mientras yo debía cerciorarme de que ninguna de ellas terminase en la cama equivocada a la mañana siguiente. Las vigilaba como un halcón en la barra mientras tomaba Frostie Root Beer servidas por mi amigo el barman y me burlaba de los compañeros que comenzaban a verse un tanto alumbrados. Eso es todo lo que una adolescente de diecisiete años como yo hacía en un lugar como Haunted Fool.

Claramente no era de mi agrado la idea. Pensaba terminar de leer The Darkest Minds mientras quizás chateaba un poco con mi querido amigo Hardcox, sin embargo, mi adorada amiga Sar no estaba de acuerdo con mis más que perfectos planes, alegando que era el aburrimiento en persona y que necesitaba salir más al mundo exterior. Así que, en mi mente sólo pensaba que esta noche debía volver a estar alerta como las anteriores de que mis amigas no fuesen seducidas por patanes y luego tuviésemos que lidiar con un embarazo precoz que nadie deseaba por los momentos.

―¡Hey, Aileen! ―Me saludó una voz que se me hacía conocida. Me giré para observar el rostro y me di cuenta de que era mi prima Paz, quien lidiaba con un volcán de papel maché entre sus manos. La saludé con mi mano antes de continuar trotando al ver que ella entraba a un edificio, y me pregunté qué diablos hacía con un volcán.

Oh, bueno.

Si bien no se me daba bien la rama del atletismo, algunas mañanas –cuando me sentía con ganas, decidía correr por el campus para despejar mi mente y mantenerme saludable. No quería tener que  bajar por las escaleras rodando y luego cuestionarme sobre la creación del Universo al ver todos los escalones que tenía que volver a subir. No obstante, siempre evadía una parte de Melbourne por correr ya que en primer lugar: no quería hacerlo alrededor del asqueroso edificio de Westside, y en segundo lugar: tampoco quería pasar por los alrededores de las canchas de tenis luego de que la otra vez me encontrase con Harry Styles ahí.

No quería ganarme otro golpe en la frente. Gracias.

La hora avanzó, y cuando me di cuenta ya debía alistarme para clases por lo que fui hasta mi edificio para tomar una ducha rápida y salir a encontrarme con mis amigas en la cafetería. Maggie me pasó un sándwich de queso junto a una lata de Dr Pepper entonces agradecí dándole el mordisco inicial y comenzando a caminar juntas hacia nuestra primera clase del viernes. Sarah no dejaba de parlotear sobre lo que quería usar en la noche para impresionar al chico que posiblemente no sea Chranble pero que ella se ilusionaría pensando que sí lo era, mientras que Maggie decidió que no jugaría con nadie ya que prefería pasarlo con Cameron hasta el amanecer. Yo continuaba con mis planes de siempre: tenerlas de ceja en ceja con mis Frostie Root Beer rodeándome en las penas.

Ellas estaban esperando por mí y no las defraudaría ¿Cierto?

No tengo ni idea de cómo pasó, pero era irónico cómo mientras más quería que las agujas del reloj se detuviesen éstas parecían estar corriendo en una maratón, luchando una con otra para ver quién sería la ganadora hasta el final. Y no estuve segura de quién lo fue, pero sin duda no fui yo: Sarah me estaba obligando a deslizarme sobre un vestido de lentejuelas rojo pasión que a duras penas me cubría el trasero a la par en que Maggs nos observaba aburrida desde su cama, con su atuendo negro y pintalabios carmín mientras escuchaba mis quejas y las réplicas frustradas de Sar.

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