Capítulo XXII: Almas trastornadas.

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«Should I Stay Or Should I Go» sonaba en mis –un poco más desgastados– audífonos mientras caminaba hacia la cafetería. Las chicas ya estaban allí, pero yo había prometido seguirles el paso luego de recoger unos cuantos libros en la biblioteca para el próximo examen que venía, por lo que estaba por mi cuenta trasladándome por el campus con una mochila que pesaba más que mi gata Ofelia.

Eso, hasta que un cabello que podría ser confundido con una colina en fuego se posó en mi campo de visión, privándome de cualquier paso que pudiese dar. Una sonrisa que fue aplacada por mis labios apretados dio lugar, cuando me encontré con mi reciente amigo mirándome levemente entretenido justo a un metro de mí―: El olor de tu bombón no se me fue hasta el tercer baño, Parker.

Ignoré el bastante erróneo adjetivo, afianzando los libros.

―Dicen que ducharte tantas veces en un día es malo, Patrick.

        ―Los científicos podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera, querida Aileen ―Envolvió sus brazos alrededor de mí, haciéndome entrecerrar los ojos―. No necesito que tu bombón me tire toda la mierda que comió en la semana para bañarme tal cantidad de veces en un día regular; es un hábito que tengo desde los siete años.

―Aparte de maniático con la limpieza y propenso a descascaramientos, fanático de las  hermosas palabras de Neruda. ¿Tienes algo que una chica no quiera?

―Posiblemente una cubitera con forma de la primera aleta dorsal de un tiburón ―Rió entretenido Patrick, caminando junto a mí hacia la cafetería―. Aunque son inmensamente geniales. Hace que cuando coloques tu hielo sobre la bebida parezca que hay pequeños tiburones nadando en las profundidades de tu vaso. ¡Tremendamente asombroso!

―E inútil... Aunque a mí me gustaría una hielera así.

―Entonces supongo que soy el hombre perfecto y todas me quieren.

―Con la pequeña desventaja de que eres gay.

―Lo cual tu amigo parece no haber notado ayer. ―Acotó él, burlón.

―No es mi amigo, ni mucho menos bombón ―Le miré con una ceja alzada―. Styles no parece ser el chico más listo de la clase, y para su mala calaña es incluso peor cuando está apestando a alcohol hasta por las uñas de los pies. Así que es totalmente comprensible el que no se hubiese dado cuenta de las señales.

―Lo que sea que te ayude a dormir de noche ―El muchacho sonrió de medio lado, afianzando el agarre de la correa izquierda de su mochila mientras me seguía―. He de admitir que es gracioso verlo celoso.

Resoplé―: Tampoco estaba celoso.

―Lo que sea que te ayude a dormir de noche. ―Repitió entretenido.

―¡Deja de intentar irritarme! Me conociste ayer e igual a Harry, pero no has conocido al resto de mi grupo y déjame decirte que Sarah será un grano en el trasero cuando llegue a tenerte confianza, lo cual será a los cinco segundos de saludarla por primera vez. Deberías estar aterrado ―Bajé unas escaleras, moviéndome hacia la izquierda para continuar con mi rumbo. Este campus era un gran seguidor del deporte con lo grande que era y los pequeños que mis pies resultaban―. Pero aprenderás a amarla así.

―Suena espléndido. ―Fue lo único que dijo, causando que ría divertida. Era extraño cómo había logrado conocer a alguien en un evento social; por muy patético que suene, me hacía sentir genial. El sentimiento era tan raro. Pero decidí no seguir hundiéndome en mis pensamientos insociables. Mis tres amigas inseparables estaban sentadas en nuestra mesa acostumbrada, acompañadas por los amigos de Harry, lo cual resultaba bastante extraño a mi punto de vista. Fruncí el ceño confundida.

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