Capítulo II: Si soy Sandy, tú eres Danny.

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Una frase que siempre me pareció curiosa fue la de copular como conejos.

Sin tomar en cuenta lo raro que encontraba la connotación sexual de dichos animales, podía entender que estos estaban asociados a la fertilidad y las relaciones sexuales desde hace tiempo. Eran capaces de superfetación, por todos los cielos, algo que ante mis ojos sonaba como una completa e irrevocable pesadilla, pero me parecía irónico cómo un ser tan peludo y adorable podía tener un apetito sexual tan elevado, tanto así que en la actualidad estaba vinculado a la sexualidad.

La ironía se hizo incluso más prominente cuando Maggie, la reservada y recatada de Maggie, la que conozco desde que ingresé a la academia y quien nunca mostró interés alguno en ese tipo de temas, de repente se sentó un día en frente de nosotras y soltó la bomba.

—Perdí mi virginidad con alguien.

Decir que Sarah y yo nos atragantamos con nuestra comida era un eufemismo, ya que mi cara comenzaba a ponerse púrpura y estaba segura de que mis ojos se saldrían en cualquier momento, pero era el resultado después de soltar una noticia como esa como si fuese el reporte del clima.

—Oh, por Dios, ¿con quién? —quiso saber Sarah, sus ojos hambrientos por conocer los detalles.

—Pete Winston del equipo de básquetbol —respondió Maggs—. Estaba practicando fútbol en la cancha hace unas semanas y él se me acercó; resulta que también le gusta, pero el básquetbol es su verdadera pasión. El asunto es que empezamos a charlar y una cosa llevó a la otra, y...

Ni Sarah ni yo sabíamos qué decir a eso.

—Fue un poco raro —continuó—, como cuando intentas introducir un pendrive en uno de los puertos del computador, pero está al revés así que lo vuelves a intentar, dándole la vuelta, solo que te das cuenta de que antes estaba del lado correcto y vuelves a girarlo para conseguir que encaje, y entonces... encaja.

Jesús, las cosas que estos oídos han escuchado.

—No estoy segura de entenderte.

—Así que, pendrive —repitió Sarah, mirándonos con una sonrisa que honestamente me puso los pelos de punta—. No sabía que fueses fanática de las metáforas, Maggs.

—O de este tipo de temas —dije en voz baja, mirando a mi comida con incomodidad.

—El asunto es que pensé que iba a ser doloroso, pero a la final todo fue más que perfecto. ¿Han leído eso de que tu primera vez siempre duele? Porque hizo de mi cabeza un laberinto de dudas, pero no son más que mitos. ¡Es más! Todo está en lo preparada que estés, porque cuando finalmente lo estás, termina siendo como deslizarse sobre mantequilla, y es en realidad muy...

—¿Puedes parar con las metáforas y analogías? Por favor —le imploré con cierta inquietud—, que mi comida realmente quiere ser comida ahora y no vomitada encima.

—Pukie, ¿por qué odias hablar de esto? Deberíamos estar felices por Maggs.

Miré a mi amiga rubia por un par de segundos y después suspiré, volteando a ver a mi otra amiga.

—No es que no esté feliz de ti —le dije—, simplemente quiero estar segura de que tú estás segura de esto y que no te sentiste presionada a nada, que no tendrás arrepentimientos luego.

Maggie me sonrió y agarró mi mano, dándole un pequeño apretón. —Ha sido mi decisión, Pukie.

—¡Vale, pero necesito que me pongas al día con todos los detalles, Maggs!

—Y esa es mi señal para irme

—Sabes que no podrás escapar de la palabra con «s» durante toda tu vida, Parker.

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