CAPÍTULO 37: Problemas en la guerra

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n el capítulo anterior de El Legado Oscuro, en la entrada occidental de la base de Raíz de la aldea oculta entre las hojas estaba organizada una pequeña guarnición, con el objetivo de defender esta posición contra los Uzumakis dirigidos por nuestro protagonista. Dicha guarnición estuvo aniquilada en pocos minutos por el diminuto ejército del clan Uzumaki.

Al mismo tiempo, dentro de la base de Raíz, Danzo le daba el mando a una capitana Jounin bajo sus órdenes de la defensa de la base, para seguidamente él partir hacia Kirigakure no Sato.

Por otro lado, en el complejo Sarutobi, el hijo de Hiruzen se iba del complejo de su clan con parte de sus camaradas para apoyar la rebelión contra los Uzumakis. A la par, en el complejo Hyuga, una Hinata controlada por un sello de control mental acababa con la vida de un anciano del consejo.

P. O. V. Normal

Kirigakure no Sato

En Kirigakure no Sato (Aldea oculta entre la Niebla) las últimas semanas habían estado muy agitadas. Los rebeldes habían estado retrocediendo por todo el país, hasta estar a punto de desmoronarse por las ofensivas de los ejércitos de Yagura, al mismo tiempo por consejo de alguno de sus mejores shinobis, el Yondaime Mizukage habia guarnecidos sus fortalezas más cercanas a la frontera entre su territorio y los dominios controlados por las tropas de Mei Terumi a los mercenarios contratados con el oro del país.

Además, poco tiempo después del fallido ataque de los 500 shinobis leales a Mei contra Yagura, el mismo líder de Kiri se dirigió a la capital del País acabando con la vida del mismísimo Daimyo de Mizu no Kuni, autoproclamándose líder de la aldea oculta del país y propio Daimyo, de esta forma financiando a sus mercenarios con las arcas debilitadas de su nación.

Sin embargo, estas dos última semanas, los rebeldes han lanzado una serie de ataques en el lado occidental del frente, tomando control de las fortalezas que hay había, asesinando a gran parte de los mercenarios y quedándose con una parte significativa de su dinero, ya que los soldados a sueldo contratados por el Mizukage se llevaban el oro que les pagaban con ellos a todos lados.

Sala del consejo

Yagura: ¡¿Qué hemos perdido las fortalezas occidentales?! ¡¿Cómo hemos podido perder tales fortalezas contra un puñado de rebeldes casi agonizando?! Pregunta el Yondaime Mizukage completamente cabreado, con sus cejas completamente en movimientos frenéticos, y sus ojos completamente inmersos en una locura que habia degenerado en grandes matanzas de civiles y shinobis que no estuvieron de acuerdo con eliminar a los clanes de la aldea, ya que perdían un gran poder militar para futuros conflictos. - ¡Comandante Hideki! -. Exclama lleno de furia que salía de su interior en forma de una explosión de chakra, que provocaba que la madera de su alrededor comenzase a astillarse. – Vos me dijiste que ahorrase a mis soldados para luchar contra los rebeldes en una batalla final, donde acabaría con ellos y dejase a los mercenarios proteger nuestras posiciones defensivas a lo largo de la frontera. Gracias a escuchar y seguir vuestro consejo, ahora todo nuestro frente occidental está en peligro, ya que los mercenarios se reagruparon e intentaron detener a los rebeldes en la Batalla del Paso de Mizu, donde perdí a más de 8.000 efectivos por solo unos 500 rebeldes, porque emboscaron a mis hombres, ¿Qué tienes que decir ante el fracaso de su estrategia? -. Le pregunta Yagura con una voz llena de veneno, y por la mirada que le estaba dando, todo el consejo de Kiri sabía que contarían a otro muerto dentro de las fuerzas leales al Mizukage por el propio líder de su nación. Con el comandante Hideki ya sería 50 en esta semana.

El comandante Hideki, líder máximo del 3r Ejército de Mizu no Kuni era de estatura media. Su cabello era blanco como la nata. Sus ojos eran grises como las rocas. Y llevaba puesto el traje reglamentario de los Jounins de su aldea. Hideki estaba completamente nervioso, ya que él habia aconsejado a Yagura que reagrupase a los shinobis de Kiri en la aldea para planear el golpe que acabaría con la Rebelión de una vez por todas, mientras dejaba a los mercenarios la tarea de la protección de las fronteras.

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