CAPÍTULO 40: Captura y castigo de un mono rebelde

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En el capítulo anterior de El Legado Oscuro, en la capital de Hi no Kuni Yasu, una partidaria de Danzo intento reclutar a otra miembro del consejo del Daimyo, a Urara, la maestra de los espías sin éxito alguno.

Por otro lado, en Iwagakure no Sato Onoki enviaba a sus Jinchurikis con el objetivo de acabar con los mercenarios enviados por nuestro protagonista, al mismo tiempo que pensaba que estaba ocurriendo más allá de las fronteras de su nación.

Mientras tanto, en Kumogakure no Sato A y el consejo de la aldea planeaban como moverse con la alianza de Shimo no Kuni y la guerra civil de Kirigakure no Sato.

P. O. V. Normal

Konoha, complejo del clan Uzumaki

En el complejo del clan del Remolino se respiraba un ambiente de victoria y jubilo. Habían pasado ya varios días desde la batalla contra las fuerzas de Danzo en la aldea, y su masacre total, salvo la excepción de un puñado que fueron entregados la mitad a Tsunade para que los Yamanaka los interrogasen, al mismo tiempo que la otra mitad se encargaban ellos de interrogarlos para que escupiesen todo lo que sabían de los planes de su Señor.

Los interrogatorios comenzaron hace un día y no se había parado de escuchar los gritos desgarradores de los desgraciados que les había tocado estar con los shinobis del Remolino. Los miembros del clan primo de los Senju estaban tranquilados, confiados de que ahora habiendo demostrado todo su poder, harían entender de una maldita vez a los ancianos de esta aldea, que pasaba cuando enfadabas al poderoso remolino sangriento, aunque para ellos solo les hacía falta que recordasen que le paso al clan Shimura y a los shinobis de Kumo, Iwa y Kiri en la Segunda Guerra Mundial Shinobi, sin embargo, sabían perfectamente, que en las mentes tan ancianas, cerradas y llenas de arrogancia y ego de los ancianos de Konoha se les sería imposible aceptar que un clan tan poderoso como el Uzumaki debía estar libre de controles, más bien su control, porque siempre aceptarían las órdenes de su líder del clan y del Kage de la aldea en la que estén mientras esté sea un Uzumaki o aliado del mismo clan.

También conocían los susurros y rumores que circulaban sobre ellos ahora en la aldea. Les decían que eran las "armas" del demonio, ¿Qué cómo podían seguir al monstruo que acabo no solo con la vida de su querido Yondaime sama, sino también con la Princesa de Uzu y el hijo de dichos monstruos del combate? A esa respuesta los shinobis del Remolino respondieron con su instinto asesino y miradas heladas. No iban a aceptar que insultasen a su líder bajo ningún concepto.

Kenshin: Hacia mucho tiempo que no descansaba. Comenta Kenshin con una sonrisa en su rostro, además de estar bebiendo tranquilamente una copa de sake. Desde que Uzu cayó él tuvo que estar siempre masacrando a todo enemigo que se topaba en su camino, y todo incremento al ayudar a su sobrino en la aldea oculta entre las hojas, pero, tras esta masacre todos los Uzumakis liberaron parte de su rabia contra Konoha destrozando a todo partidario de Danzo y del resto de aliados del viejo halcón de guerra que se encontraban por el camino. – Vaya, vaya, pero mira quien ha venido al complejo del clan Uzumaki. Ve directo al grano Sarutobi, ¿A qué has venido? -. Le pregunta el tío de nuestro protagonista con una sonrisa burlona, además de comenzar a notarse la molestia de tener que hablarle a uno de los bastardos que ingeniaron la destrucción de su pueblo.

Hiruzen habia acudido al complejo Uzumaki con su armadura de combate y unos 5 centenares de los miembros de su clan, todos ellos armados y preparados para una posible batalla, provocando que los Uzumakis cercanos al pequeño batallón de los Sarutobi dirijan las manos a sus katanas o preparándose para efectuar algún que otro jutsu o sello para prevenir el futuro combate.

Hiruzen: Vuestros malditos camaradas han capturado a mi hijo y heredero. Como Sandaime Hokage de Konohagakure no Sato, os exijo que liberéis a Asuma de vuestras malditas garras. Exige el líder de los Sarutobi con el ceño fruncido, una voz llena de odio y veneno dirigido hacia los shinobis del Remolino, además de que en su mirada se notaba el desprecio que demostraba hacia el clan Uzumaki y como no le gustaba nada que no le obedeciesen.

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