El Legado Oscuro

CAPÍTULO 48: Preparativos

En el capítulo anterior de El Legado Oscuro, en Mizu no Kuni la Fortaleza del Mar recibía un nuevo ataque, esta vez por parte de un ejército de Kirigakure no Sato liderado por Sao que antes de lanzar el asalto a la fortificación eliminó a su enemigo interno.

Por otro lado, en la Base de la Rebelión de Kiri era atacada por las fuerzas de Danzo Shimura, que estaba destrozando a los defensores hasta llegar a derrotar a la guarnición, eliminando a los líderes de los Rebeldes durante la refriega.

P. O. V. Normal

Uzushiogakure no Sato

Torre del Uzukage, Sala del Consejo

El consejo de Uzushiogakure no Sato se había reunido rápidamente ante la orden de su Señor, ya que nuestro protagonista no le gustaba nada el retraso en las reuniones, porque no perdonaba la pérdida de tiempo.

La habitación era un lugar extenso, repleto de sellos que producían la iluminación necesaria para los miembros del consejo. En el centro de la sala se situaba una larga mesa de madera roja oscura rodeado de una serie de decenas de asientos para los miembros del órgano de gobierno de la aldea. Con las sillas de color negro con barras blancas horizontales eran los lugares para los miembros del Consejo Civil, que teniendo algo de poder solamente podían gestionar sus empresas y ser los representantes de todos los empresarios de la aldea, en aumento cada día por la gran inmigración que provenientes principalmente de Mizu no Kuni por la desgarradora guerra civil que padecían durante años y la recién intromisión de Danzo en ella, dominando rápidamente partes del territorio occidental y gran parte del oriental del País del Agua.

Ese incremento de población dio un impulso a la economía de la villa en expansión que, ya atiborrada de miles de Sith Troopers y de shinobis junto a civiles que fueron viniendo de diferentes países de alrededores de Uzu, Naruto tuvo que expandir la ciudad incrementando la extensión de la aldea por el mar.

Después, los asientos de madera de roble oscuro pintadas de un rojo intenso casi brillante como un halo de luz eran para los miembros del Consejo Shinobi junto a los pocos líderes de clanes en Uzushiogakure, por lo que el aprendiz del Señor del Hambre decidió unificar a los dos consejos hasta que viese que era el momento de dividirlo y que no acumulase mucho poder, aunque dudaba mucho que intentasen algo en su contra de cualquier manera, ya que todo el mundo dentro de la aldea eran leales a su persona hasta el punto que podían sacrificar sus vidas para protegerlo de cualquier ataque que estuviese entre ellos y su líder.

Y, para terminar, delante de las sillas de los miembros del Consejo había dos asientos más: El del Uzukage y el de su amada. Esos asientos eran de mármol blanco reluciente y por mucho que el hijo del Yondaime y la Princesa de Uzu intentase cambiarlos por algo más modesto porque no veía utilidad en gastarse tanto en un par de sillas que solamente utilizaría para dictar órdenes y escuchar que dijesen sus aliados más afines, pero sus palabras no fueron escuchadas. Para reposar los brazos había reposadores de telas de gran calidad y trabajados cuidadosamente para que se relajasen los músculos al sentir la fibra de lo que estaban hechos. Pero algo que nuestro protagonista añadió recientemente fueron las cabezas colgadas de picas en la cima del asiento de sus enemigos para enseñar a todo el mundo con poder en sus dominios que pasaba cuando le desafían. Esa decisión le encantó a Naruto, ya que pudo observar como el miedo se apodero de todos los miembros de la sala cuando lo ordenó y sus hombres cumplieron casi fanáticamente los dictámenes de su superior, además de notar como la simple idea de maquinar conspiraciones en su contra era despedazada en miles de trocitos en su corazón por el simple instinto de supervivencia.

Ahora todos los miembros del Consejo, unos 5 civiles y 10 shinobis se sentaban tranquilamente en sus asientos en silencio a la espera de su Uzukage para empezar la reunión. Ellos estaban tranquilos aún teniendo la clara visión de los cráneos ya en descomposición de los enemigos de su Señor desprendiendo el maloliente hedor de la putrefacción y la muerte, pero parecía como si no estuviesen en la sala.