//Aún no te cuento lo suficente//

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El maldito sonido de la alarma fue tan irritante cuando me despertaba para ir a la escuela, hay una gran diferencia a que me despierte ahora, con cada pitillo me siento más cerca del final, de ser libre.

- Aquí vamos de nuevo- murmuré para mi misma levantándome y tallando mis ojos con tanta fuerza que posiblemente me queden ardiendo. Noté que la puerta principal estaba abierta, ya que el viento resonaba en un adorno colgante que mi madre había hecho hace tiempo en un curso de artes manuales, dice que da buena suerte y lo colgó en la primera columna de las escaleras frente a la puerta, así resonando contra la madera cada vez que el fuerte viento sopla. Debe ser que esta vez aceptó ir a correr con Laurie y se olvidó de cerrar.
Soy tan floja para bajar a cerrarla que la verdad no me importa, solo me percaté de que conforme más sonidos analizaba el tiempo pasaba y en un rato vendrían de nuevo por mí, así que dejando de vagabundear por mi cuarto, me metí a la ducha, sale bastante vapor de lo tibia que está el agua pero del contrario me congelaría, esta casa no sé que mierda le pasa pero la calefacción es un asco.
Me subí los holgados pantalones, me puse una blusa de algodón por supuesto una de mis sudaderas por encima y de una vez los tennis, comencé a cepillar mi cabello mientras examinaba lo oscuras que mis ojeras se ponian con cada nuevo día, siempre mi madre ha jodido con su "Es porque no duermes lo suficiente" claro que lo hago, lo peor es que estas ojeras son su herencia y ni lo nota.
Hablando de ella, la puerta sigue abierta y esa es también la razón por la que la casa está más helada.
- ¡Señora Renata, se le olvida cerrar la puerta!- bien que ella siempre dice que tiene la memoria buena. Terminé de acomodarme el cabello tras las orejas cuando me percaté de que solo el silencio además de mí habitaba en esta casa.
¿No ha llegado? Pero si van a ser casi las 7, a esa hora vienen por nosotras, tampoco se escuchan sus apresurados pasos desde su habitación como para pensar que anda ahí distraída. Saqué mi teléfono y le marqué a Jacob.

- ¿Lista para hoy?- contesta de una vez.

- Si eso creo- me asomo por la ventana tratando de ver si la mujer aparece- ¿y tú?

- Estoy bien, estaremos bien. Pero por algo me debiste haber llamado ¿no es así?

- Supongo que mi madre salió a correr con la tuya desde hace rato, pero no ha vuelto. ¿Hoy es obligatorio que los padres vayan?- tal vez solo debíamos ir nosotros y por eso ella está retrasada. 

- No oye, mamá está aquí desde hace casi una hora tal vez. ¿Ya fuiste a su cuarto?

- Es que no se escuchan sus pisadas o su tos seca de la mañana, supuse que estaba con la tuya...

- De seguro se quedó dormida, ve a despertarla porque ya es tarde- Andy estaba junto a él preguntando en murmullo que que pasaba.

- Si eso haré, espera- salí de mi habitación a la suya, abrí su puerta y entré, las luces estaban apagadas, tanteé mi mano en el interruptor hasta encenderla.

- ¿Está ahí?- fijé mis ojos en su cama, ahí posaba el bulto envuelto entre las cobijas.

- Está dormida- me acerqué a ella para correr las sábanas- Renata, hora de levantarse- le doy un golpe con la almohada, no se despertaba así que la sacudí.- Aah demonios! No se quiere...- hasta que miré la palma de la mano con la que la toqué, teñida de un rojo brillante.

- Elena... ¿que pasa?- me quedé en shock asimilando lo que estaba pintado en mi mano, ¿alergia? Solo al calor... ¿labial? Jamás uso... ¿pintura? Que mierda? Me acabo de despertar hace unos minutos, no hay manera de que podría tener algo de eso ahí.

- Am..- y al reaccionar le di la vuelta. Viendo como el mismo líquido que habia mi mano, brotaba de su pecho, perfectamente dando con la posición de su corazón. El teléfono se me resbaló de la mano cayendo al suelo- ¡No!- la levanté para revisar su pulso, no tenía pulso- ¡Respondeme!- apoyé mi mano al hoyo sangrante con esperanzas de taparlo, la mujer solo se dejaba caer entre mis brazos sin ninguna reacción- ¡Mamá!- mis gritos fueron tan fuertes que de inmediato llenaron toda la casa con ese eco- Ma... porfavor no, mamá.- nunca me he detenido a pensar en que todo lo que vive tiene que morir, en que debí haber aprovechado muchísimo más el tiempo con mi familia y que la mujer de quien su sangre manchó mis manos, mi pantalón y mi sudadera, no puede ser inmortal.- Aún no te cuento como lo hice ¿recuerdas?- muevo su cabeza, pero es inútil Elena, tú lo sabes.- Hoy te contaré como logré pasar- la abrazo, recostando su cabeza en mi pecho- Tuve una mamá de quien heredé la mejor inteligencia- sollozo- Ideé un plan junto con Jake para poder burlar todo y a todos, sé... sé que estás orgullosa de mí pero no puedes dejarme ahora- dejé de presionar el hoyo del que tal vez ya no podría salir más sangre y metí sus realmente frías manos entre las mías- Yo... yo te llevaré a Hawaii como querías y también... también podré intentar... ser... mejor..

- Elena- giré mi cabeza a la puerta, en donde estaban Jacob, Laurie, Andy y Joanna.

- Tenemos que llevarla al hospital- recuesto mi cabeza a la de ella- ¡Ahora!- la respiración me estaba matando, literalmente me estoy ahogando entre tanto sollozo. 

- Mi niña- Laurie no mostraba miedo al cadáver, sentándose a mi lado y extendiendo sus brazos hacia mí- Tu madre... ella ya tuvo que irse- sonó tan dulce, pero por el contrario un agrio ácido bajó por mi garganta.
La perdí, las personas no mueren para revivir, y Renata Miller tampoco es la excepción, me arrebataron a la única persona con mi sangre que me apoyaba, y yo no pude hacer nada.

- Ma...má- el último grito antes de que Jacob me alejara de allí, pudo casi que romper los espejos y ventanas, estoy segura. 

- Vamos- metió su brazo por mi cintura para intentar hacerme caminar, todos los últimos momentos se pasaron por mi mente.
"Sabes que no quiero nietos"
"¿Ahora eres un fantasma?"
"Ya no te ves tan virgen que digamos" "Eres muy inteligente"
"Me impresionaste allá"
"Estoy orgullosa de ti"
"Perdóname"
No, madre... perdóname tú a mí por no pensar ni un minuto en todo lo que pude haberte valorado, en lo alerta que debí haber estado.
Al salir de esos recuerdos, Jacob estaba pasando un suave y delgado trapo por los rastros de sangre que tenía en mis manos y rostro, con otra mano sosteniéndome, evitando que me cayera por el shock.

- Tengo el cuchillo- solté, mirando a la nada. Aún así, pude notar que sus verdes ojos me miraron con impacto. - Ella me lo dio ayer.

- ¿Qué?- con delicadeza pasa sus manos por mis mejillas para secar las insistentes lágrimas. -Está bien, debes estar algo confundida ahora.

- N-no yo...- suspiré para llenarme de valor y verlo fijamente- Está tras mi cama, en un hoyo que hay contra la pared.- de pronto la abogada entró con los brazos cruzados y la mirada frustrada.

- ¿Está mejor?- le pregunta a Jacob examinando mi rostro. Él asintió y le dio espacio frente a mí sin soltarme. La abogada pareció dudar en acercarse, pero lo que más dudaba era lo insensible que podía sonar su siguiente explicación- Ya se llevaron a tu madre... hablé con todos en la corte, traté de convencerlos- agita lentamente la cabeza- Pero no quieren pausar el polígrafo.

- Eso significa que ella...- Jacob frunció el ceño, le parece injusto que por ahora nada se tenga que pausar.

- Adams... si no quieres hacerlo hoy, te entiendo y la mayoría están de tu lado.

- Lo haré- acepto con seguridad, no hay vuelta atrás- Estoy segura de que escuchaste lo del cuchillo y nada se va a pausar... terminemos de una vez con esta mierda.

•Secreto Criminal• //Jacob Barber//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora