//Las arpías si se quiebran//

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La captura de varios criminales en la fiesta les fue muy exitosa a todos por parte de la ley, atraparon a varios, principalmente ladrones y estafadores; los homicidas no fueron tan tontos como para ir a esa estupidez, nunca lo hacen.
Eran pasadas las dos de la madrugada, en la prisión del condado, Jacob se encontraba vigilando a los encarcelados, asegurandose de que no causaran problemas mientras pasaran por el proceso de juicio para finalmente mandarlos a una cárcel de máxima seguridad.

- Eres un tramposo, Fernsby- mencionó la cruda voz de Antonio Fernández en la reja de al lado, el hombre que se había encontrado Elena en la fiesta.- Creí que eras uno de nosotros.

- Ya sé- respondió sin dar mucho que pensar, su compañero, Hugo Sweden, solo lo volteó a ver sin decir alguna palabra. Mejor tenerles cuidado a esos criminales antes que meter la pata y pasarles demasiada información.

- No te bastó con quitarme a la chica ¿eh?- se echó una risa que terminaría en una tremenda tos- ¿A ella también la atrapaste? No la volví a ver luego de que te la llevaras.

- Duérmete o algo, mañana será tu juicio temprano- informó desviando el tema.

- ¿Cuál chica?- preguntó Hugo murmurando, apesar de eso, el eco no les dejaba mucha discreción al hablar.

- Elena- dio a entender moviendo los labios y recostandose en la pared, cerrar los ojos por un momento le permitió pensar en ella por un instante, en lo que había dicho de irse... juntos, esa era la mejor parte, que esta vez no iría sola a correr peligro, sino que lo correrían ambos y eso aseguraba la vida del otro.
La madrugada se pasó más lenta de lo esperado, no fue tan entretenida como esperan los oficiales para divertirse un poco, estuvieron alertas al extraño silencio, pero aún así nada ocurrió y por fin llegaron las benditas siete de la mañana, ahí cambiarían de turno y podrían o ir a tomar descanso o adelantar papeleo en la oficina; Jacob prefirió la segunda, mantenerse ocupado le quitaba un poco los nervios por Elena, se sentía orgulloso de ella, es altamente valiente animarse a dirigir un operativo de ese tipo, principalmente por el peligro que se corre... Igualmente, la chica sabía que hacer, ella está segura de eso y siendo casi las ocho, Jacob sabía que era la hora de que partiera el equipo que va por mar, Elena va allí, o eso le dijo la última vez, no quiso meterse mucho en sus cosas.
El chico se estaba esforzando por concentrarse en archivar los casos, incluso leyendo cada uno y haciendo como si fuera de importancia ver la lista de crímenes que cometieron; además veía la ciudad desde ese ventanal en el cuarto piso, capaz compraría algo que su madre necesitara antes de irse a casa más tarde, o quizá algún superior lo llame para algún trabajo, quien sabe, pero el día parecía bastante casual, ya se estaba olvidando del tema de la chica y solo se convenció de esperar tranquilamente a que ella volviera.

- ¡Maldición Barber!- Hasta Neal había aparecido, dándole un susto por el grito.

- ¿Qué? ¿Que te pasa?- dejó los papeles a un lado y lo volteó a ver.

- ¡A mi oficina!- señaló desquiciadamente- ¡Ahora!- se fue esperando a que el muchacho lo siguiera. Él se puso de pie rápidamente y fue tras él, por suerte las oficinas quedaban en el mismo piso y pudo alcanzarlo. Al entrar a su oficina, se encontró con Neal de espaldas a él, viendo por la ventana de brazos cruzados, como si estuviera decepcionado y enfadado.

- ¿Y bien?- preguntó confundido y cerrando la puerta - Explicame, que demonios está mal contigo.

- ¡Eso te pregunto yo a ti!.- disparó los brazos al aire para darse la vuelta y mirarlo- ¡Como...!- cerró la boca al percatarse de algo que lo hizo bajar la voz- ¿Cómo dejaste que tu novia se fuera?

- ¿Disculpa?- arrugó el ceño, primero le estaba gritando y ahora lo culpaba o algo así por dejar que Elena se fuera- ¡Fue su maldita idea enviarla a ese operativo!

•Secreto Criminal• //Jacob Barber//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora