Epilogo 2: Paraiso.

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La lluvia no había parado en días, afuera el cielo caía a cantaros, mientras se escuchaban los truenos rugir fuertemente contra las nubes

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La lluvia no había parado en días, afuera el cielo caía a cantaros, mientras se escuchaban los truenos rugir fuertemente contra las nubes. La chimenea calentaba el lugar, mientras Helena cerraba la puerta de la cabaña, quitándose el vestido húmedo y apenas quedando en interiores.

Había quedado empapada cuando apenas salió un momento a recoger algunas hiervas cercanas a la cabaña. Nadie vendría esa tarde, así que simplemente decidió quitarse la ropa, mientras la secaba con cuidado cerca a la chimenea.

Volteando su rostro hacia la cama suspiro. Sus ojos viajan por el fuerte y resistente cuerpo de Lachlan, su pecho se elevaba lentamente sumido en un profundo sueño, lucia pálido y cansado debido a la fiebre, apenas había remetido el día anterior y su semblante lucia algo mejor.

Aun no lograba creer que estuviera vivo, después de casi morir de hipotermia en aquel lago alejado de la mano de Dios, apenas saliendo por instinto hacia la orilla. Viéndolo dormir su corazón se estrujaba al pensar que casi había muerto, aunque seguía sin despertar desde entonces, la preocupación porque algo más estuviera mal no desaparecía, hacía que el nudo dentro del pecho se encogiera y se apretujara su corazón.

Suspirando cogió una toalla secando rápidamente su cabello esponjado, contemplo como el fuego parecía haber mermado, por lo que debía traer más leña del cobertizo. Cuando en un vertiginoso movimiento sintió como era lanzada contra el suelo, solo fueron un par de segundos de pánico, pronto vio como todo se quedaba en silencio. Respirando con dificultad por el peso de un brazo sobre su cuello y los pálidos cabellos platinados cayendo sobre su cara, abrió los ojos tratando de procesar que estaba sucediendo, aferrando sus uñas en apartar el retén sobre su cuerpo.

Fue cuando dejo de respirar, el pecho de la castaña subia y bajaba con lentitud, mientras la luz de la chimenea le daba un cálido dorado a aquellos brillantes ojos malva contemplándola con desconcierto, lucían muertos y llenos de terror, demasiado cansados para tener la menor duda que lo que veía era otra alucinación.

Examinando a la mujer bajo él, vio el rasguñado y amoratado rostro de esta, apenas habían pasado una semana desde la última vez que se vieron consientes y todo había cambiado tan rápidamente.

Las lágrimas cayeron de los ojos del rubio, que sin soltarla inclino su cabeza contra el pecho de la joven.

- Dime que esta no es otra maldita pesadilla... - mascullo con dolor, arrastrando las palabras como si cada una reptara de su pecho a sus labios – que no desaparecerás ... - rogo con dolor mientras cerraba los ojos intentando despertar.

Los suaves dedos de la mujer tocaron la mejilla del torturado hombre, este abrió los ojos con sorpresa y duda, como un animal herido cayendo en manos del cazador. Las manos llenas de heridas y cicatrices de la castaña rozaban aquellos angulosos rasgos, como si delineara cada silueta de su cara. Tocando la larga cicatriz en su mejilla y aun viéndolo con anhelo.

Atrapada por el duque (Completa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora