Epilogo 1: Funeral

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12 de Agosto de 1827

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12 de Agosto de 1827

Al lado del féretro se encontraba el embajador Bourden, observando a Fredrick acercarse al ataúd. Las miradas se centraban en la paria de la familia Sachs, ingresando al salón donde velaban a su madre, apenas 2 horas antes de que la llevaran a enterrar.

El barón Fredrick Sachs, nacido y criado en el mismo infierno, engendrado como bastardo y legetimizado por un viejo noble escaso de moral y honor. Tuvo la suerte de que este muriera cuando el apenas había cumplido los 5 años, pero su inexperta madre tuvo que encargarse de las propiedades y para su suerte Lord Bourden había estado ahí para apoyarla, una extraña coincidencia que lucieran el mismo las afiladas facciones.

Alejándose de los invitados Frederick observaba el ataúd con remordimiento y rabia. Tocando la madera se quedo congelado, sin poder seguir adelante y enfrentarse aquel rostro inerte. Bajando la cabeza, intento no pensar en aquellos gritos dentro de la cabaña, todo había sido tan rápido y el demasiado inútil para ayudarla.

Si tan solo no la hubiera escuchado y hubiera dejado a ese sujeto dentro...

Apretando la mandíbula aferro su mano sobre la rosa que llevaba, dejando caer algunas lágrimas llenas de amargura, dolor y frustración.

El recuerdo de las amargas palabras de su tío aun rondaba su mente. La afilada sonrisa y los ojos calmos, parecía alegre de verlo, pero lo miraba con una escalofriante pasividad.

"No fuiste tu quien nos dio la información? ¿no eres tú el culpable de la muerte de Amelia? Si deben juzgar a alguien, ese eres tu..."

Sin culpa o miedo, ese era Eldrick Rawson, un hombre frio y sin conciencia. Capaz de vender a su hermana a un viejo hombre, que humillo y maltrato a la indefensa mujer.

Despertando de sus ensoñaciones escucho como unos rápidos pasos se acercaban a él por la espalda, fue muy tarde para cuando lo sintió venir, la firme palma de aquella delicada dama se plasmó de un solo golpe sobre su rostro. La estupefacción llego antes que el reconocimiento de aquella joven.

- Eres un hipócrita ¡- exclamo Odette con rabia y los ojos llenos de lágrimas- Nunca estuviste aquí y ahora te atreves a llorar por ella?¡

Sorprendido vio a la rubia, cansada y sollozante frente a él, llena de una desbordante tristeza y desconsuelo. El lugar se encontraba lleno de murmullos e incluso repudio por la insensatez de la joven.

Observándola por un momento, sintió su alma regresar a su cuerpo. Era un pecador y no merecía perdón, todo había sido culpa suya. Si no hubiera abierto la boca, su madre seguiría con vida; sin embargo, era hora de tocar tierra, Amelia lo hubiera querido así.

Vio el retrato de su madre, aquella mirada firme que al mismo tiempo había sido dulce y juguetona, su sonrisa aliviaba cualquier mal recuerdo. Suspirando noto a su alrededor, como el lugar parecía lleno de autentico dolor por la pérdida de una gran mujer y persona.

Su madre había sido extraordinaria. Se había ido, pero dejó un legado tras ella. Ahora solo podía protegerlo, por muy pequeño que este fuese, la joven que temblaba frente a él era parte de este. Mirando al cielo trato de evitar aquellas desbordantes lágrimas, mientras acercaba con cuidado a la joven, abrazándola la sintió temblar mientras esta lloraba contra su pecho.

Observando el retrato de su madre, sintió que esta le daba su aprobación. Proteger a Odette solo era un pequeño paso, pero no dejaría que tuviera el mismo destino que Helena; no cuando la joven sabía demasiado, Rawson sospechaba de todos y buscaba eliminar cualquier prueba de sus actividades.

La próxima en la lista seria la dulce mujerentre sus brazos. Apretándola contra él, tomo la determinación de cuidarla, aunsi terminaba destruyéndolo en el proceso. 

Atrapada por el duque (Completa )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora