Entre el presente y el pasado, la duquesa de Hawthorne se ha decidido por un final idilico para su matrimonio. Cansada y llena de resentimiento busca solucionar de forma definitiva la situacion entre ellos, es la muerte o el divorcio.
Lachlan, duqu...
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Abril 1827
El coche traqueteaba entre las rocas del desigual camino hacia Londres, mientras el sueño intentaba abrazar su aletargado cuerpo; más el nerviosismo, no la dejaba cerrar los ojos.
Ya hacia días que sus amigas y Theo debían estar en Londres, pero la constante vigilancia de los hermanos Hawthorne no la habían dejado partir.
No era la primera vez que utilizaba este método para escapar del duque, en medio de la noche y corriendo como alma que persigue el diablo, huyendo lo más rápido y lo más lejos posible.
Las primeras farolas se vislumbraban opacas en el amanecer, mientras llegaba a las puertas de Wheterbys Hall, la bien cuidada propiedad en Londres parecía estar esperándola. Al abrirse las puertas, el mayordomo Sanders, la recibió con curiosidad y algo de temor al verla llegar sola.
Era conocido el mal genio del duque y más si este se daba cuenta que sus empleados intentaban conspirar contra él. El ultimo mayordomo que lo hizo fue despedido y reemplazado por el actual, suspirandoLena recordó que en el pasado no pudo hacer nada, pero hoy en día tenía más poder y alcance, no permitiría que pisotearan su autoridad.
Instalandose con rapidez, espero a que los empleados desaparecieran con rapides para dejarsee caer sobre la amplia cama, su habitación parecía demasiado grande y oscura, intento cerrar los ojos y descansar, más la fatiga que sentía se marcaba en su mente.
Suspirando saco de la capa el pequeño diario que hacía meses había encontrado. Un consuelo y la única pista de lo que realmente sucedía en Galstworth Park, guardados bajo páginas y recubiertas en terciopelo gris; los secretos que guardaban celosamente ,en sepulcral silencio, sus antecesoras.
La cerradura decía L.H. sabía que quien lo hubiera escrito trataba de ayudar a sus descendientes con este, indicando los descubrimientos propios de lo que observaba, escuchaba o pasaba dentro de la lúgubre propiedad y que probablemente seguirían sucediendo después de ella.
Fantasma o no, la mansión no era un lugar para mujeres, las tierras fértiles con bosques tupidos y llenos de depredadores.
"Del suelo nacen los hombres y a este regresan con él tiempo. No le puedes pedir a las piedras hablar, así como mostrar calidez cuando la frialdad es lo único que las cubre."
La dueña del diario termino siendo una mujer delirante desde luego, pero que le describió cada pasadizo, escalerilla o escondrijo de aquel lugar. No podía juzgar si lo que escribía ahí era solo producto de su paranoia o hechos concretos, pero lo que si sabía era que se le acababa el tiempo, sin maldición o con ella, sabía que Ethan no se quedaría mucho tiempo en Inglaterra.
Y sin él su plan, para frustrar los objetivos de Lachlan, se vendrían abajo. Suspirando se quedo dormida pensando y planeando, recordándose que debía darle una moneda de oro a la doncella que primero llegara en la mañana, necesitaba comprar cuanto tiempo y ayuda pudiera.
La mañana llego como un consuelo a su letárgico adormilamiento, revuelto en pesadillas, cayendo de la torre de Galsworth Park o incendiando el castillo con ella dentro. Cada vez ese lugar se veía más siniestro en su mente.
Un golpe apresurado en la puerta la hizo levantarse de mala gana, con el rostro palido la doncella ingreso; la joven muchacha no lucia familiar, aun asi lo dejo pasar y tomo el pequeño sobre que le ofrecia, con un sello lacrado en negro y una familiar S, teniendo un mal presentimiento lo abrio.
