Entre el presente y el pasado, la duquesa de Hawthorne se ha decidido por un final idilico para su matrimonio. Cansada y llena de resentimiento busca solucionar de forma definitiva la situacion entre ellos, es la muerte o el divorcio.
Lachlan, duqu...
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24 de marzo 1826
En la tarde.
Aun emocionada, bajo rápidamente del caballo y entregándole el caballo al mozo, camino rápidamente hacia la casa, ignorando las palabras de su nueva ayudante. Quien le pedía que se cambiara encarecidamente, que debía estar presentable siempre. Frunciendo el ceño ignoro cada palabra que salía de la boca de esa mujer, de todos modos, terminaría despidiéndola al finalizar el día.
Suspirando Lena extraño la silenciosas y sabias palabras de la Sra. Becket, quien regreso a Ravenwood tras el incidente, sin muchas explicaciones le presentó su renuncia argumentando que necesitaba regresar a velar por Theodora tanto como lo había hecho por ella.
Talvez podría enviarle una carta y pedirle a Theo que viniera un par de días a Galstworth Park...
Sus pensamientos la dejaron dispersa evitando escuchar las palabras de la joven doncella, quitándose los guantes se los entrego y le pidió que le trajeron unos de cuero, después de todo volvería a salir y esos estaban llenos de tierra.
Al ingresar con rapidez a su estudio vio la alta figura de Lord Hawthorne parada en medio de su sala. Contemplándola con nostalgia y podía notar hasta cierta alegría.
Se veía cansado y ciertamente más bronceado, sus cabellos se habían oscurecido, debió haber pasado un muy buen tiempo desde la última vez que lo vio. Ciertamente oyó de algún viaje hace un tiempo, pero no se esforzó en comprobarlo realmente, estaba más ocupada ocultando sus actividades de él, que buscándolo.
- No te eh visto en casi un año ...
- ¿Lo sé, porque su excelencia regreso? – Murmuro Lena, cautelosa y expectante.
Viéndolo al rostro, lucia lleno de fatiga y cansancio, supuso ella por el viaje, talvez se fue a la India o África, talvez Egipto, no era algo descabellado después de todo, el ansiaba la libertad sin ningún apego.
- Estoy cansada, tuve un día algo ocupado, solo dime que deseas... - dijo Helena con indiferencia, mintras se acercaba al escritorio para revisar la correspondencia.
- Donde pasaste la última semana? – pregunto Lachlan con fría severidad.
- Si necesitaba algo debió preguntarle al mayordomo, el sabrá indicarle con exactitud algún documento...
- LENA¡¡
Viendo hacia otro lado, la mujer se mantuvo recta y rígida, en una regia pose innata y llena de dignidad.
- Su excelencia deb...
Acortando el espacio entre ellos Lachlan se acercó rápidamente con aquella mirada llena de oscuridad, su respiración se entrecorto solo de verlo y sus piernas se sintieron flaquear. Pronto su corazón parecía agitarse.
