Entre el presente y el pasado, la duquesa de Hawthorne se ha decidido por un final idilico para su matrimonio. Cansada y llena de resentimiento busca solucionar de forma definitiva la situacion entre ellos, es la muerte o el divorcio.
Lachlan, duqu...
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15 de Marzo 1825, Londres
Las semanas habían pasado de forma rápida y fugaz, las constantes invitaciones no habían parado de llegar a Helena desde que se escucho que habia regresado a la capital. Llevando consigo no solo a Odette sino a Emma, a cada baile que era invitada, aunque algunas invitaciones las había declinado por lo escandaloso de la temática; en general se habia vuelto una popular figura dentro de las pequeñas reuniones privadas a las que concurría.
Aquella ultima velada había sido especialmente esplendida, aunque su bajo estado anímico había desairado a muchos caballeros, distintos Lores habían estado prestos a animarla con suaves palabras la entusiasmaron.
No había parado de bailar en toda la noche, mientras Odette la miraba preocupada por el número de copas que había tomado ya. Al final de la noche su amiga la había empujado dentro del carruaje, obligándola a despedirse precipitadamente de Lord Vincent; un vizconde de algún muy lejano lugar, que ciertamente no recordaba; el sujeto le había dejado fumar algo muy gracioso en el balcón, algo que lógicamente no aprobó su no tan alegre amiga.
Ya en su residencia había sido recibida por una casa completamente vacía, pero en su estado no le importo y solo se dejó caer sobre las mantas de su mullida cama, mientras sentía que su doncella la cambiaba y metía dentro de la cama.
Soltó un suspiro de gusto al sentir su piel contra las suaves mantas, arremolinándose con ella en medio de aquel calor casi sofocante, suspirando se encogió contra la almohada sintiendo el placer del calor de los leños.
Detestaba el frio por sobre todas las cosas, fue cuando una preocupación despertó su mente, sin comprender que pasaba.
Levantándose sorprendida, en medio del sueño y la conciencia, pudo ver una sombra parada contra el poste de dosel, observando las llamas devorar la tronante madera. Rápidamente aferro las sabanas a su pecho, el frio cosquilleo su nuca haciendo que se estremezca.
La figura parada parecía concentrada viendo la chimenea, mientras en el contraste de su perfil contra el fuego pequeñas gotas brillaban en su cabello y piel; sin dudarlo supo a quién pertenecía aquella fuerte y dura silueta, que contrastaba de lucir relajada, parecía expectante y contemplativa, esperando la batalla.
Completamente despierta ajusto su vista, mientras su corazón empezaba a latir desbocado y su garganta se sentía áspera, encogiendo sus piernas espero a que Lachlan hiciera un movimiento. Aun cuando parecía distraído, pudo ver como su mandíbula se apretaba cuando ella realizaba un pequeño movimiento, estaba atento y enojado.
La joven parecía hipnotizada por aquella presencia, sus pálidos cabellos brillaban con el crepitar del fuego y parecían húmedos al tacto, casi deseaba poner hundir sus dedos en la suavidad de estos. Apartándose de la cama, el duque se dispuso a contemplarla desde un sofá cercano a la chimenea, estirando sus piernas con displicencia
