Atrapada por el duque (Completa )

Episodio 8: Obliviate (1).

Abril de1827

La mañana llego como un consuelo a su letárgico adormilamiento, revuelto en pesadillas, cayendo al lago o incendiando el castillo con ella dentro. Cada vez ese lugar se veía más siniestro en su mente. El golpe en la puerta la hizo levantarse de mala gana, ingresando una doncella, le entrego con urgencia un pequeño sobre.

Abriéndolo de inmediato, las palabras eran claras, era un pedido de urgencia para que ella fuera hacia la residencia de Lady Sachs, donde su anciana madre la marquesa agonizaba. La noticia la golpeo de inmediato, no podía creerlo a pesar de leerlo una y otra vez. Apresurándose corrió a vestirse, llamando a su doncella, se preparó lo más rápido posible y en menos de 15 minutos estaba fuera en el carruaje.

El día estaba con su acostumbrada neblina y parecía llena de una lúgubre aura. Al llegar a la puerta negra de la casona en Grosvenor Square, casi salto y se dirigió corriendo a la entrada, donde el mayordomo le abrió la puerta.

No hubo bienvenida o mucho menos un recibimiento como dictaba la etiqueta, ya era una persona habitual dentro de aquella casa, por lo que corrió sin dudarlo hacia la habitación de la anciana marquesa.

Acostada en una cama de terciopelo azul se encontraba la mujer, tendida con ojos cerrados durmiendo, mientras Lady Amelia se levantaba de su costado para abrazar a la recién llegada, un nudo se formó en la garganta de la joven.

- Ya está estable...- murmuro Amelia al ver que la menor de las Marsden no apartaba sus ojos de su madre

- ¿Pero cómo? Hace unas semanas estaba bien ...

- Algunas veces sucede, ciertas enfermedades degradan rápidamente no solo la mente sino también el cuerpo...- susurro formándosele un nudo en la garganta- estaba bien ... y ahora los doctores solo me dicen que deberíamos sangrarla para que mejore – negando con la cabeza parecía demasiado cansada – pero nada funciona...

Abrazándola y sirviendo de soporte se aferró al débil cuerpo de Sachs, quien lloro silenciosamente durante algunos minutos, sentándose al lado de la cama esperaron a que la madre de la Vizcondesa despertara.

Hablando con cierto cansancio le explico que recién acababa de enviar los mensajes y que pronto llegarían no solo su hermana y amigas, sino algunos otros conocidos y amados amigos, ya que así lo había querido su madre.

A medida que pasaba el día, las personas empezaban a llegar llenando el lugar con un ambiente de preocupación, caminaban de un lugar a otro consultando o trayendo distintos especialistas, pero todo parecía demasiado tarde.

Cuando llego la tarde la segunda hija de la marquesa ingreso a su habitación con una jovencita de cabellos rubios y un pequeño niño de no más de 7 años, con alegría en su rostro la anciana observo a su familia y amigos reunidos frente en su honor. Sonriendo bromeo con que era más fácil juntarlos por la preocupación que para tomar el té.

- Ya estoy mayor, esto pasa todo el tiempo...- murmuro mientras veía a su nieta llorar y su pequeño hermano se inquietaba en brazos de su acongojada madre- Oh mis hermosos niños, son el mejor regalo que me dan – susurro antes de besar la mano de su nieta – tu siempre fuiste mi mejor apuesta Sunny...- refiriéndose a la menor de sus hijas.

Aquella imagen le partió el corazón a Lena, las lágrimas se negaban a caer, mostrándose dura y fuerte, eso le había enseñado Lady Léa Noelle Rawson. Suspirando se apoyó contra la ventana, viendo como la tarde era cálida y soleada, sintiendo que el sol demoraba su ida para ver una última vez a la Marquesa.

Amelia tomo las manos de Lena y la abrazo, enviándola afuera para dejar descansar a su madre.

Al caer el sol, en esa tarde de abril la marquesa no volvió a despertar, partiendo al más allá en medio de un suave sueño, rodeada de sus seres amados y protegida como ella siempre cuido a sus allegados.