Entre el presente y el pasado, la duquesa de Hawthorne se ha decidido por un final idilico para su matrimonio. Cansada y llena de resentimiento busca solucionar de forma definitiva la situacion entre ellos, es la muerte o el divorcio.
Lachlan, duqu...
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Sábado 20 abril 1824
Ingresando en el salón, el lugar se tornó en un completo silencio, la lugubre imagen de un alto y elegante hombre de rubios cabellos y amplios hombros, acapararon las sorprendidas miradas de los presentes; centrandose no tanto en el particular grupo que ingresa detrás del conde de Reilish, sino en la infame presencia del Duque que venia con este, la cual parecía indignar a ciertas mujeres de innegable recato y acuciante toxicidad en la sala.
Observando a los costados observo como una castaña de profundos ojos verdes atrapaba su mirada, Helena que sonreía de forma orgullosa y altiva del brazo de un hombre de enjuto aspecto con un envejecido rostro, parecia inadvertida del bullicio tras ella. Lachlan casi podía adivinar que ese sujeto era Sr. Hudson, por la sonrisa que el grupo daba parecia que este era el alma de la fiesta.
Apartando la mirada de aquel pequeño grupo de alegre conversación, vio como algunos jóvenes no apartaban la mirada de Lena; los ojos de aquella traviesa no se apartaban de su amiga, quien parecía contarle algo sumamente interesante, acaparando nuevamente la atención de la joven.
No pudo evitar sonreír al ver aquella expresión curiosa, como un pequeño gato que conocía por primera vez una pluma en el aire; fue cuando interrumpiendo el momento vio como uno de los caballeros cercanos se habían aventurado a pedirle un baile, apartando la vista intento mantenerse neutral, pero sus ojos se desviaban hacia Helena, su delicada figura se movía con agilidad y destreza, se desenvolvía en la pista como una pluma sobre una brisa en primavera.
Delicada y grácil.
Ocultando su interés en la joven intento seguir la conversación entre los Reilish, pero a pesar de evitarlo no pudo ignorar como al regresar de la pista, el sujeto apretó su mano sobre el costado de la joven, antes de susurrar algo a su oído, a lo que ella solo se despidió con incomodidad y se apartó con dignidad hacia donde las matronas se encontraban.
Pudo notarlo solo por un minuto, pero la rabia atenazaba su mirada, mas al llegar donde sus amigas, una suave sonrisa se desenvolvió con rapidez y eficiencia, eliminando cualquier rastro de tristeza o enojo en ella.
Por un momento sintió ciertas ganas de romper el cuello de aquel idiota; no sabía que había dicho, pero lo podía suponerlo tan solo con ver como se regodeaba, ahora comprendía porque una adorable joven se escondía en salones oscuros, cuando debía estar iluminada bajo los candelabros cubierta por la luz de las velas.
- Sácala a bailar ...- dijo discretamente Catherine Reilish, mientras ajustaba su agarre sobre Reilish – sino obligas a tu amigo, yo misma iré a sacarla a bailar ...- prometió la mujer, enfrentando la divertida mirada de su esposo
- Todo tiene su tiempo, querida- le susurro Methos con dulzura mientras sonreía al verla sonrojarse- y sospecho que el nuestro en esta fiesta terminara pronto ...
Un brillo inundo los ojos del par de tortolos, mientras el rubio los observaba con cierto tedio, preguntándose si alguna vez cambiarían.
- Paren, solo paren, no quiero un espectáculo- interrumpió Lachlan, aburrido y algo nervioso, mientras veía a la Srta. Marsden sonreír con una pelirroja, quien reía como una pequeña avecilla y encantaba a todos los hombres a su alrededor.
