Capítulo 8: Ser parte

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Conforme los días transcurrían, empezaste a adaptarte mucho más a esa nueva vida, a su estilo complejo tanto para lo bueno como lo malo.

Llegaste a sentirte parte de la familia Hargreeves, quizás tal vez gracias al castigo pudiste sentirte un poco más unid@ a algunos de ellos con quienes pasaron mucho más tiempo juntos. Y afortunadamente ahora solo restaban tres días para terminar con ese castigo, lo cual significaba un gran alivio para los ocho.

Ese día, después de la cena, te encontrabas junto a tus siete hermanos adoptivos platicando en la sala principal. No tenían permitido permancer hasta muy tarde fuera de sus habitaciones, pero al menos disfrutaban de esos minutos de pasar los ocho juntos.

—Por favor, cada uno haga su parte, eso es todo lo que debemos hacer —les pedía Luther, remarcando la importancia de hacerlo.

—Así es —asintió Allison, estando de acuerdo con el Número Uno—, de ese modo nuestro padre no extenderá por mucho más el tiempo.

—Hay días en que no siento mis piernas, de tanta actividad que hacemos durante el día —acotaste, dejándote caer sobre uno de los sillones. Ciertamente podías sentir el peso de tanta actividad física que realizaban día a día—. Entre el entrenamiento normal y el castigo.

—Secundo a T/N, es demasiado agotador —expresó Klaus, siguiéndote para sentarse de manera relajada junto a ti.

—Vean el lado positivo, solo nos quedan 3 días —quiso animarlo, Ben.

—Y luego seremos libres al fin —comentó Klaus, frotando sus manos pudiendo percibir ese momento como si fueran a recuperar cierta libertad.

—Solo si alguien no lo arruina —mencionó Diego, no como negatividad sino como una advertencia para que no lo hicieran.

—No lo haremos, vamos a cumplir con la tarea asignada, y luego sí seremos libres —aseguraste, con confianza en ti y los demás. 

Ninguno de ustedes quería pasar un día más de castigo.

Cinco no había emitido palabra alguna, pero por su gesto parecía tener ciertas dudas de que todos fueran a cumplir con su parte y no perjudicar al resto. Vanya, por el contrario, si bien como él no había hablado, sí quería tener fe en lo que tú decías.

Luego de algunos minutos, su plática se vio interrumpida, por la llegada de su madre.

—Mis niños, ya es tarde, deberían ir a la cama —les informó.

—¿Podemos despedirnos de nuestro padre primero? —preguntó Allison, siendo la primera en ponerse de pie.

Habían acordado comportarse bien y hacer méritos para que así Reginald no extendiera el castigo, y creían que de ese modo podrían conseguirlo. Aunque su padre poca atención les prestaba a esos gestos amables.

—Bien, pero solo un momento —estuvo de acuerdo, Grace—. Su padre está demasiado ocupado. Vayan a ponerse las pijamas, e iremos a despedirnos de él.

Todos asintieron, y prontamente corrieron hacia sus habitaciones, cruzando a Pogo en el camino al subir por las escaleras.

—Con cuidado, niños —les advirtió, para que no fueran a hacerse daño.

Él siempre estaba para cuidarlos, mucho más presente que Reginald, por eso sentían un gran aprecio por Pogo como si también fuera parte de la familia.

Si bien aminoraron sus pasos, continuaron camino a sus habitaciones para poder alistarse con sus pijamas. Cuando todos estuvieron listos, se dirigieron hacia la oficina de su padre, para despedirse.

Grace fue la primera en entrar a la oficina de Reginald, pidiéndoles que esperaran en el pasillo hasta que le informara a su padre que habían venido hasta allí a verlo.

—Los niños querían venir a despedirse de ti, ya están listos para ir a dormir —mencionó Grace a Reginald, pero este ni siquiera levantó la vista al escucharla.

Ustedes estaban de pie, fuera de la oficina, tan solo observando como su padre seguía atento a la lectura de unos documentos, sin dirigirles una sola mirada. No hubo ningún gesto ni palabra de su parte, habiéndolos ignorado por completo.

—Bien, niños, andando. Ya es tarde —dijo Grace, al no ver una interacción de parte de Reginald, regresando hacia ustedes.

Algunos parecían estar desconcertados por su falta de tacto siquiera para brindarles un saludo antes de que fueran a dormir, una mínima muestra de delicadeza o afecto. Mientras que otros ya estaban acostumbrados a esa actitud hostil por parte de su padre.

Su madre cerró la puerta de la oficina, y los guio por el camino de regreso hacia sus dormitorios. Una vez que estuvieran unos pasos alejados del despacho de Reginald, sentiste la necesidad de cuestionar lo que había ocurrido.

—¿Siempre es así de afectuoso? —el sarcasmo en tu pregunta era evidente, y bastó con el asentimiento de algunos de tus hermanos para confirmarlo.

—Lo máximo que puedes obtener de su parte es un regaño, ni siquiera nuestros nombres nos dio —respondió Klaus, quien era el más acostumbrado a recibir esas desaprobaciones y castigos de su padre.

—Eso lo hizo mamá —acotó Diego, haciendo referencia a que ella los había bautizado con nombres reales y no solo números.

Observaste a Grace, que iba delante de ustedes, despidiéndose de cada uno al llegar a la puerta del la habitación que ocupaban. Cuando llegó tu turno, instintivamente la abrazaste, agradecida porque ella sí fuera afectuosa con ustedes pese a ser solo un robot.

—Gracias mamá —susurraste, esta vez no sonaba extraña esa palabra al pronunciarla.

Grace podría no ser humana, pero siempre cuidaba de ustedes y era afectuosa, y eso era algo que se sentía muy bien.

[...]

Para el próximo capítulo deberán elegir quién será su mejor amig@.

Opción 1: Luther.

Opción 2: Diego.

Opción 3: Allison.

Opción 4: Klaus.

Opción 5: Cinco.

Opción 6: Ben.

Opción 7: Vanya.

Cada parte será publicada en ese orden a continuación.

Mi vida con los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora