Capítulo 20: Déjame cuidarte (Cinco)

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Este capítulo se corresponde a la ruta de Cinco como tu chico.

[...]

Los minutos transcurrían y pocos faltaban para cuando estabas regresando al punto de reunión, sin novedades. De pronto escuchaste la voz de Cinco, diciendo que lo había hallado.

—Lo tengo, ya podemos armarlo —dijo él.

Tú al acercarte a su encuentro, pudiste notar que de su mano se desprendía un hilo de sangre.

—¿Por qué estás sangrando? —le cuestionaste, apresurándote a llegar a su lado para revisar su herida.

—¿Qué? —preguntó confundido, sin comprender a qué te referías.

No se había dado cuenta que, por el modo de haber tomado la pieza, se había hecho un corte en la mano. Si bien no era algo grave, era una de las zonas donde hay mayor pérdida de sangre así fuera por un mínimo corte.

—Ah es un corte —se encogió de hombros, restándole importancia.

Sin embargo, tú mism@ quisiste comprobar que no se trataba de algo grave. Quitándole la pieza y entregándosela a otro de tus hermanos.

—Deberías ir a la enfermería, por las dudas te ha quedado unas astilla o algo en la piel —le sugeriste.

—Acompáñalo, Número Ocho —te indicó Reginald—. El resto del equipo debe seguir trabajando en el armado del jarrón.

—De acuerdo —asentiste.

Cinco estaba totalmente negado, quería quedarse allí a terminar con el entrenamiento, pero insististe hasta convencerlo de hacer lo que su padre había indicado.

En ese momento, te quitaste la sudadera del uniforme de entrenamiento, para cubrir su herida y así detener un poco el sangrado. Lo que menos importaba era preocuparse por las manchas que quedarían en la ropa. Y luego si ambos emprendieron el camino hacia la enfermería.

—No exageres, Número Ocho, en verdad es solo un corte simple —continuó diciendo él.

—Tú lo harías por mí, ya lo hiciste de hecho —le recordaste, haciendo alusión a cuando te cuidó el día que habías caído inconsciente—. Permíteme ahora cuidarte a ti.

Cinco simplemente rodó sus ojos, no le gustaba lo de tener que depender de alguien por algo que consideraba insignificante.

—Igualmente insisto en que no es necesario —sugirió con mayor firmeza.

—Necesario o no, me quedaré contigo —te encogiste de hombros.

Tal vez no fuera necesario, porque era una herida leve, sin embargo querías estar a su lado acompañándolo.

Llegaron hasta la enfermería, pero Grace estaba ocupada en ese momento, así que por tu parte te empeñaste en la tarea de limpiar la herida para comprobar que no quedara algún fragmento allí, para luego empezar a curarlo(*).

—¿Lo ves? Te dije que no era tan grave —señaló Cinco, viendo que realmente era una herida pequeña.

—Me alegra que no lo haya sido, lo que menos quiero es que te pase algo peor.

—Para nada, yo sí me cuido, esto fue nada a comparación de caer inconsciente por no descansar como debería —mencionó, haciendo referencia a lo que habías pasado días atrás por tanta sobre-exigencia física.

—Tú apenas si duermes, si te la pasas tomando café —le señalaste en un mismo tono.

—Ahora resulta que sabes todo sobre mí.

—Ja, ¿quién fue el que inició llevando la cuenta de si comía correctamente o no? —respondiste en un tono burlesco, por el comentario que te había hecho ese día en que él te cuidó.

Cinco parecía estar conteniéndose de decir algo.

Ambos se mantuvieron durante algunos minutos en un silencio bastante incómodos, durante los cuales él no te quitaría la mirada de encima, observado cómo terminabas de sanarlo.

—¿Pudiste averiguar algo más? —le preguntaste por lo bajo, sobre aquel cuarto extraño o lo que su padre les estuviera ocultando.

Cinco parecía una vez más querer decir algo, pero en ese preciso momento llegó Grace a la sala.

—Mis niñ@s, ¿están bien? —preguntó ella.

Observó toda la situación, tu sudadera llena de sangre y la mano herida de él.

—¿Qué sucedió? —continuó interrogando al acercarse a ambos.

—Ocho está exagerando como si me fuera a desangrar, y fue apenas un corte de menos de medio centímetro —respondió el Cinco, observándote de reojo.

—Oh cariño —moduló su madre.

Se dispuso a revisarlo, en su rol de madre preocupada, chequeando que no tuviera algo más antes de vendar su mano. Tú solo te mantuviste a su lado, hasta que terminara de hacerlo.

—Tengan más cuidado, mis niños —les pidió a ambos, para luego entregarles un dulce a cada uno, como si todavía fueran unos niños.

—Gracias, mamá —dijiste al aceptar la paleta.

—Ya debemos regresar al entrenamiento, demasiado tiempo hemos desperdiciado aquí —sugirió Cinco, incorporándose listo para irse cuanto antes.

—¿Puedes hacerlo? —le cuestionaste.

—Por supuesto que sí —asintió.

Ambos salieron hacia el exterior de la enfermería, y se encaminaron hacia el punto de reunión. Pero para cuando llegaron, sus hermanos ya habían reparado el jarrón.

El próximo capítulo será una parte en general, se viene la primera misión para ustedes

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El próximo capítulo será una parte en general, se viene la primera misión para ustedes.

(*)No se aclara en el capítulo la manera de sanar la herida, porque una de las posibilidades de poderes es el factor de curación. Pero, para quienes han escogido uno de los otros dos poderes, lo habrán curado de manera tradicional.

Mi vida con los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora