Capítulo 20: Déjame cuidarte (Ben)

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Este capítulo se corresponde a la ruta de Ben como tu chico.

[...]

Los minutos transcurrían y pocos faltaban para cuando estabas regresando al punto de reunión, sin novedades. De pronto escuchaste la voz de Ben, diciendo que lo había hallado.

—Lo tengo, ya podemos armarlo —dijo él.

Tú al acercarte a su encuentro, pudiste notar que de su mano se desprendía un hilo de sangre.

—¿Por qué estás sangrando? —le cuestionaste, apresurándote a llegar a su lado para revisar su herida.

—¿Qué? —preguntó confundido, sin comprender a qué te referías.

No se había dado cuenta que, por el modo de haber tomado la pieza, se había hecho un corte en la mano. Si bien no era algo grave, era una de las zonas donde hay mayor pérdida de sangre así fuera por un mínimo corte.

—Creo que solo me corté con el filo del fragmento, no te preocupes —respondió, encogiéndose de hombros para restarle importancia.

Sin embargo, tú mism@ quisiste comprobar que no se trataba de algo grave. Quitándole la pieza y entregándosela a otro de tus hermanos.

—Deberías ir a la enfermería, por las dudas te ha quedado unas astilla o algo en la piel —le sugeriste.

—Acompáñalo, Número Ocho —te indicó Reginald—. El resto del equipo debe seguir trabajando en el armado del jarrón.

—De acuerdo —asentiste.

Ben dudó por un momento, dado que el entrenamiento no estaba finalizado, pero insististe hasta convencerlo de hacer lo que su padre había indicado.

En ese momento, te quitaste la sudadera del uniforme de entrenamiento, para cubrir su herida y así detener un poco el sangrado. Lo que menos importaba era preocuparse por las manchas que quedarían en la ropa. Y luego si ambos emprendieron el camino hacia la enfermería.

—T/N no hace falta que me acompañes, descuida —continuó diciendo el Número Seis.

—Tú lo harías por mí, ya lo hiciste de hecho —le recordaste, haciendo alusión a cuando te cuidó el día que habías caído inconsciente—. Permíteme ahora cuidarte a ti.

Ben volvió su mirada hacia la sala donde estaban entrenando, y ya estaban lo suficientemente alejados como para negarse. Por esto asintió, ofreciéndote una sonrisa agradecido por tu compañía.

—No quería quitarte tu tiempo de entrenamiento, pero está bien —expresó apenado.

—Eso no importa, ya estaban terminando de todos modos, me quedaré contigo.

Tal vez no fuera necesario, porque era una herida leve, sin embargo querías estar a su lado acompañándolo.

Llegaron hasta la enfermería, pero Grace estaba ocupada en ese momento, así que por tu parte te empeñaste en la tarea de limpiar la herida para comprobar que no quedara algún fragmento allí, para luego empezar a curarlo(*).

—Ya me parecía que no era tan grave —señaló Ben, viendo que realmente era una herida pequeña.

—Me alegra que no lo haya sido, lo que menos quiero es que te pase algo peor.

—Gracias T/N, eres muy amable —comentó, ofreciéndote una cálida sonrisa.

—Así que por favor, nunca te desmayes en los entrenamientos —te burlaste de ti misma.

Distrayéndolo de ese modo al hacerlo reír, para que no sintiera cuando quitabas una pequeña astilla de su mano.

—Lo siento. Igualmente espero que a ti no te vuelva a ocurrir algo así —expresó el Número Seis.

—Te prometí que no volvería a pasar.

—Sí, aunque luego...

Ambos se mantuvieron durante algunos minutos en un silencio bastante incómodos. Pero tú sabías bien que se refería al día en que desobedeciste una vez más el toque de queda y fueron castigad@s con tu mejor amig@.

—¿Pudiste averiguar algo más? —le preguntaste por lo bajo, sobre aquel cuarto extraño o lo que su padre les estuviera ocultando.

Ben parecía querer decir algo, pero en ese momento llegó Grace a la sala.

—Mis niñ@s, ¿están bien? —preguntó ella.

Observó toda la situación, tu sudadera llena de sangre y la mano herida de él.

—¿Qué sucedió? —continuó interrogando al acercarse a ambos.

—Solo fue un pequeño corte, pero ya está todo bajo control, gracias a T/N —respondió Ben, observándote de reojo mientras esbozaba una nueva sonrisa sincera de agradecimiento.

—Oh cariño —moduló su madre.

Se dispuso a revisarlo, en su rol de madre preocupada, chequeando que no tuviera algo más antes de vendar su mano. Tú solo te mantuviste a su lado, hasta que terminara de hacerlo.

—Tengan más cuidado, mis niños —les pidió a ambos, para luego entregarles un dulce a cada uno, como si todavía fueran unos niños.

—Gracias, mamá —dijiste al aceptar la paleta.

—Perfecto, ya estamos listos para regresar al entrenamiento —sugirió Seis, incorporándose listo para irse.

—¿Puedes hacerlo? —le cuestionaste.

—Sí, por supuesto, ya podemos irnos —asintió.

Ambos salieron hacia el exterior de la enfermería, y se encaminaron hacia el punto de reunión. Pero para cuando llegaron, sus hermanos ya habían reparado el jarrón.

El próximo capítulo será una parte en general, se viene la primera misión para ustedes

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El próximo capítulo será una parte en general, se viene la primera misión para ustedes.

(*)No se aclara en el capítulo la manera de sanar la herida, porque una de las posibilidades de poderes es el factor de curación. Pero, para quienes han escogido uno de los otros dos poderes, lo habrán curado de manera tradicional.

Mi vida con los HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora