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—Hyunjin. —jadeó Seungmin con los ojos cerrados al sentir lo labios del mayor contra su cuello. —Hyunjin, ya basta.

A pesar de lo dicho, se sentía incapaz de hacer algo para detenerlo por el hecho de que la sensación era realmente irrestible y placentera, pero sabía las intenciones de Hwang, por lo que cuando sintió su mano delizarse bajo su camisa, la detuvo para que la situación no llegara a mayores y bajar la calentura que últimamente tenía Hyunjin.

—Lo digo en serio, estoy cansado. —confesó sin soltar la mano de Hwang, quien aún permanecía dejando besos cerca de su clavícula. —Lo hemos hecho toda esta semana ¿No te cansas?

—Si se trata de ti, en lo absoluto. —respondió dejando de hacer lo que hacia para luego acostarse al lado de Kim. —¿En serio te sientes muy mal?

—No mal, pero piensa en mí, me duele todo. —mantuvó sus ojos cerrados, haciendo sonreír a su novio por ver lo adorable que era. —No entiendo de dónde sacas fuerza para continuar si tienes el brazo roto.

—Perdóname, descansa, no quiero agobiarte tampoco. —recomendó volviendo a acomodar la prenda superior de Min.

—Gracias.

—No me agradezcas, eso es lo que tengo que hacer, respetarte. —sonrió con suavidad. —¿Quieres que vaya a comprar algo para almorzar? No creo que quieras moverte o que yo cocine.

—No, quédate conmigo. —pidió haciendo una pequeña mueca por el dolor en su mandíbula. —No quiero estar solo.

—Está bien.

Haciendo caso a las peticiones de su novio, Hyunjin se dedicó a abrazar a Seungmin por la cintura, con cuidado por su yeso pero también con el cuidado de no moverse mucho para que este pudiera conciliar el sueño, sabía que al menor le gustaba dormir apegado a él.

Tenía en cuenta que no había dejado al menor en paz en todo el tiempo que habían permanecido juntos, pero prefería dejarlo descansar y recomponerse si así él lo decidía. Sin lugar a dudas su bienestar estaba primero en su lista de prioridades.

—Quita tu mano de allí, Jinnie.

—Perdón. —se disculpó en un murmuro igual que Seung, quitando su mano de la cadera del menor.

Su bienestar era su mayor prioridad, pero eso no significaba que fuera fácil controlar sus impulsos.

—Oficialmente me siento una persona no inocente. —declaró Min. —Si llego a casa mi madre me va a interrogar hasta el cansancio.

—¿No es bueno?

—No, mi mamá no se va a rendir si no le quiero contar las cosas que ella quiere. —habló removiéndose entre las sábanas. —Y yo no le pienso contar estas cosas, me da vergüenza.

—¿Sabes que ella de todas formas lo sabe? Digo, estoy seguro que tiene una idea pero quiere que tú lo confirmes.

—Lo sé, eso es mucho peor. —dijo escuchando la escasa risa de Hwang, quien lo tenía atrapado con su único brazo disponible.

Paz. Tranquilidad. Comodidad. Alegría. Amor. Esas eran las palabras que describían como se sentían ambos en ese momento.

—Seungmin.

—¿Qué?

—Casémonos.

—¿No llevamos nisiquiera un año y ya estás pensando en matrimonio? —rió Min con dulzura, sabiendo que Hwang lo decía por impulso y no con seriedad. —De verdad piensas en grande.

—Esa no es una respuesta válida. —reclamó viendo los ojos del castaño abrirse.

—No, bueno, al menos no por ahora. En el futuro, sí. —afirmó con una sonrisa. —Aun somos jóvenes. Lo recuerdas ¿Cierto?

No me gusta, hyung || HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora