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—Hola. —Hwang dejó ver una pequeña sonrisita, como si no hubiera pasado nada, que dejó destruido a Seungmin por dentro. —Vengo de parte de Changbin.

Otro silencio. Kim no sabía que debía hacer. Lo había dejando plantado, le respondió mal, lo ignoró y Hyunjin en vez de reclamarle o gritarle se había tomado la molestia de traerle sus cosas.

—¿Quién es Minnie... ¡Oh Hyunjin! —apareció su madre mostrando una sonrisa detrás del el pelirrojo.

—Buenas tardes, Señora Kim. —saludó respetuosamente a la mayor, haciendo una reverencia.

—Ya te he dicho que no es necesaria tanta formalidad Hyunjin. —la dulce sonrisa del rostro de la mujer era imborrable. —Oh, ¿Pero por qué sigues ahí afuera? Te estas mojando más. Ven, pasa.

Y antes de que el más alto pudiera decir una palabra, la mujer ya lo había jalado hacía adentro la casa mientras Seungmin seguía en su trance mental.

—¡Hey, cariño! —exclamó, llamando así la atención de su hijo. —Vayan a tu cuarto, yo voy a seguir haciendo la cena. Si quieren algo, yo se los llevo.

Podría ser algo inmadura, torpe y aún joven, pero conocía a la perfección a su hijo y sabia que esos dos necesitaban hablar. Podía notarlo con tan solo mirarle el rostro a Seungmin, veía reflejado el arrepentimiento en sus pequeños ojos, la tristeza que transmitía con la mirada, solo ella podía saber todo lo que le pasaba a Kim Seungmin sin siquiera hablarle.

—Por cierto, ¡Dejé unas toallas limpias en tu cuarto! ¡Daselás a Hyunjin, cielo! —gritó viendo como los dos chicos subían las escaleras pesadamente sin mirarse y solo obtuvo un asentimiento por parte de su hijo.

Al llegar al cuarto de Seungmin, este no tardó en irse rápidamente a su baño para dos cosas. Una, buscarle una toalla a Hwang. Dos, evitar cualquier contacto visual con él, sentía que era la persona menos digna de mirar a los ojos a Hyunjin.

—Toma. —Hwang abrió su abrigo completamente mojado y sacó algo de adentro que Seungmin no pudo ver con claridad.

Al observar mejor, pudo diferenciar su chaqueta perfectamente doblada y seca y una pequeña bolsita de cartón, como las que llevaba Jeongin al Instituto.

—No quería que se mojara. —sonrió débilmente mirando hacia la chaqueta. Y estas son galletas. —dijo abriendo un poco la bolsa de cartón. —La vez pasada vi que las mirabas mucho y decidí comprarte unas.

Min sintió su corazón encogerse en cuanto escuchó esas palabras.

—¿Por qué eres así? —Hwang levantó rápidamente la cabeza al escuchar la voz quebrada de Seungmin —¿P-por qué me tratas bien c-cuando lo único qué hice fue t-tra-tratarte mal?

—Seungmin...

—¿Por qué c-crees que t-to-todo lo que hago esta bien? —sollozó ya en los brazos de Hyunjin. —¿Por qué eres tan bueno conmigo?

—Porque un error lo comete cualquiera. —respondió tomando la toalla que había traído Min para él pero la uso para secas las lágrimas del menor.

Odiaba sentirse así de vulnerable ante todo, quería hacerse el fuerte, saber que podía resistir pero por más que quisiera no podía. Era susceptible ante cualquier cosa, para algunas personas eso se solucionaría con unas simples disculpas pero el sentimiento de culpabilidad y remordimiento eran los que más consumían a Seungmin.

—Mírame. —pidió, pero solo conseguió que Min negara con la cabeza. —Minnie mírame, por favor. —suplicó.

Con lágrimas resbalando por sus mejillas, sacó el valor de quien sabe donde y levantó su cabeza lentamente para encontrarse con la tierna mirada de Hwang.

No me gusta, hyung || HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora