Falling Down

Falling Down - Capítulo 49

El sol golpeó mi rostro y tuve que esperar unos momentos para poder acostumbrarme a la claridad. Las puertas grises a mis espaldas comenzaban a cerrarse y el nudo en mi garganta se hacía más grande con cada segundo que pasaba.

Era libre.

Acababa de salir de prisión luego de una semana después de enterarme que tendría dos bebés. Y algo que me dolía en lo más profundo era que el padre de esas criaturas aún seguía encerrado sin saber cuándo podrían liberarle.

Dos días después de mi ultrasonido, Jaxon y Renatta fueron a decirme que el dinero ya había sido enviado a casa de Vincent y que él ya había comenzado con los trámites para que nos dejasen salir a Abraham y a mí. Y en tan sólo unos días, yo ya estaba de pie a unos metros de un auto color negro donde me esperaba Jaxon con una gran sonrisa.

Sin poder evitarlo corrí hasta él y le abracé con fuerza, sollozando levemente. No había pasado mucho tiempo, pero para mí había sido una verdadera eternidad.

—Ha acabado para ti, belleza.— Susurró y me abrazó aún más.

—Pero no para él.— Sollocé de nuevo.

—Pronto estará libre, créeme.

—¿Dentro de cuánto?— Me separé para mirarle a los ojos.

—Algunos días, supongo. Vincent está haciendo todo lo posible.— Dijo intentando tranquilizarme.

De repente, una de las puertas del auto se abrió y Renatta bajó sonriéndome. Abrió sus brazos y yo le abracé. Acarició mi cabello y no me quedó más que sollozar hasta el cansancio.

Estaba libre, pero sabiendo que Abraham aún no lo estaba, todo era en vano. Aunque el pequeño consuelo que me quedaba era que Giovanni y Lana aún estaban vivos.

Faltaba poco para que se cumpliese el mes, pero aún había esperanzas.

—¿Quieres ir por algo de comer?— Preguntó Renatta.

Me separé y negué con la cabeza.

—Recuerda que ya no eres sólo tú.— Dijo sonriendo.

—Lo sé.— Suspiré.

—Mi sobrino o sobrina necesita comer.— Dijo Jaxon.

No les había dicho aún que eran dos bebés los que habitaban dentro de mí, habíamos estado ocupados hablando de otras cosas en el día de mi visita.

—Sobre eso...— Murmuré.

Ambos fruncieron el ceño. Limpié mi rostro y saqué del bolsillo de los vaqueros que Jaxon había llevado para mí las imágenes del ultrasonido. Les hice una seña para que se acercaran y eso hicieron, situándose cada uno a ambos lados de mi cuerpo.

—¿Ven esos espacios en negro con cosas blancas?—Pregunté señalando donde había visto la imagen de mis bebés por primera vez en la pantalla.

Ambos asintieron.

—Son dos bebés.— Sonreí un poco al recordar el día del ultrasonido.

—¡¿QUÉ?!— Gritaron al punto de casi aturdirme por completo.

Reí levemente.

—¡¿Tendrás gemelos?!— Exclamó Jaxon.

—Al parecer.— Afirmé.

—¡No puedo creerlo! ¡Seré el mejor tío del planeta! ¡Esos pequeños serán las criaturas más felices!— Exclamó yendo de un lado a otro.

Sonreí.