Ya había anochecido y no sentía mis brazos. Mi espalda quemaba cada vez más y mi impotencia seguía creciendo ante el llanto desesperado de Kiana desde que los hombres habían dejado el lugar.
Había intentado calmarla, pero había sido completamente en vano. Estaba devastada.
Lana no se había movido de su posición y Giovanni seguía haciendo muecas de dolor siempre que se movía un poco para intentar acercarse a ella. Suspiré de nuevo y negué con la cabeza.
—Tenemos que buscar la forma de salir de aquí.— Sollozó Kiana.
Le miré. Estaba con sus ojos perdidos en algún punto ciego en la espalda de Lana. Tragué saliva, sintiéndome aún más culpable y desesperado. No entendía por qué Jaxon no había aparecido aún, y temía que algo malo le hubiese ocurrido.
—¿Es cierto eso de que tienes un localizador?— Preguntó.
Asentí lentamente.
—¿Sabías que esto pasaría?— Noté cierto recelo en su voz.
—Por supuesto que no, pero nunca está de más ser precavido.— Murmuré cansado.
Ella suspiró y asintió comprendiendo.
—¿Entonces por qué no han venido por nosotros?
—La verdad no lo sé.— Confesé.
Volvió a suspirar y recostó con fuerza su cabeza a la pared. Intenté hacer fuerza con mis brazos pero me era imposible, estaban completamente tiesos.
—¿Mis hijos están bien?— Pregunté sin poder contenerlo.
Claramente ella no lo estaba, y el saber si ellos seguían dentro de su vientre era algo que me estaba matando desde que le vi así. Sobre todo teniendo en cuenta el golpe justo en la parte baja de su abdomen.
Kiana medio sonrió y asintió levemente.
—Pero si seguimos aquí hasta que ellos lleguen, no creo que ninguno de nosotros lo esté.— Dijo al borde de las lágrimas.
Apreté la mandíbula. La verdad ella tenía razón. Tenía que encontrar una manera de sacarnos de allí, con o sin Jaxon.
Miré a mi izquierda, hacia la ventana y todo estaba completamente despejado. Lo único que veía era una carretera desierta, árboles y mucho pasto. Volví a mirar hacia abajo, encontrándome con el lavamanos y algunas cajas que hacían posible la subida hacia la ventana.
Sin embargo, ésta se encontraba cerrada. Con gran dificultad miré hacia arriba y pude ver que la tubería tenía un ángulo perfecto hacia uno de los vidrios. Mordí mi labio inferior, intentando crear una salida rápida y efectiva.
—Lana.— Escuché murmurar a Giovanni.
Les miré y Lana estaba ahora mirándonos. Sus ojos estaban rojos y rodeados por grandes bolsas. Su mirada era completamente vacía, tanto, que me hizo estremecer. Suspiré y al observar a Kiana, sentí mi corazón partirse en dos.
Estaba llorando con la peor de las angustias.
—Debemos salir de aquí.— Declaré.
Vi una de las piernas de Giovanni y el cuchillo aún seguía allí. Mis ojos se abrieron mucho y las ideas comenzaron a fluir.
—Lana.— Le llamé.
Me miró sin expresión alguna.
—Necesito que vayas hasta donde Giovanni y saques el cuchillo de su pierna.— Dije con cautela.
Ésta vez sus ojos se abrieron con sorpresa.
—¡¿Estás loco?!— Exclamó Kiana.
—¡Es la única forma para salir de aquí!
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...