Falling Down

Falling Down - Capítulo 29 (parte 2)

Narra Kiana

14 de Noviembre del 2010.

Era casi media noche y estaba sola en el departamento. Abraham había salido más o menos a las siete y no tenía ni idea de qué estaba haciendo. Realmente, tampoco me importaba.

Me metí bajo el edredón y cerré mis ojos, cayendo en un profundo sueño.

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Me sobresalté al sentir algo pesado sobre mí.

—Eres demasiado ardiente, ¿sabías eso?— Escuché susurrar a Abraham.

Se escuchó una risa. Una risa de chica.

Abrí mis ojos de par en par y me volteé sobre la cama.

Abraham estaba besando a una rubia que había caído prácticamente sobre mí. Un fuerte olor a alcohol llegó a mis sentidos y presenté unas leves náuseas. Era insoportable.

La chica reía levemente mientras Abraham besaba su cuello. En ese momento, me levanté y corrí hasta la entrada de la habitación para encender la luz.

—¡Hey!— Exclamé.

Siguieron besándose y riendo mientras él se quitaba la camisa.

—¡Abraham!

Comenzó a subirle la blusa a la rubia.

—¡Fabreschi!— Grité.

Se separó rápidamente de la chica y abrió mucho sus ojos al notarme de pie, observándolos.

—¿Tú?— Se escuchaba confundido.

—Yo.— Crucé los brazos sobre mi pecho.

—¿Quién es ella?— Preguntó la chica mientras se levantaba.

—Su hermana, lárgate.— Dije seria.

-¿H-hermana?- Abraham arrastraba las palabras.

Estaba completamente borracho.

—Adiós.— Dije tomando a la chica de un brazo y sacándola de la habitación.

—Pero...— La interrumpí cuando quiso protestar.

—Mi hermano es mucho para alguien así. Simplemente lárgate.— Sentencié.

—¿Cómo se supone que...?— Dejó de hablar al momento en el que levanté mi dedo índice para que guardara silencio.

Suspiré, tratando de contener la ira que me producía toda la situación. Decir que quería golpearlos a ambos, era poco. Lo se, suena un poco agresivo, pero quiero ver que estén durmiendo plácidamente y que una pareja con las hormonas realmente revolucionadas por efectos del alcohol les caiga encima en un intento fallido de "pre-sexo" o algo parecido.

Miré a Abraham. Tenía el ceño levemente fruncido mientras miraba a un punto fijo en el suelo. 

Rodé los ojos y me acerqué a la mesa de noche, en busca de mis llaves. Desgraciadamente, no estaban. Debía haberlas dejado en la cocina.

Me acerqué a él.

 —Abraham, las llaves.— Le pedí, sabiendo que sin eso, la rubia no podría salir.

Buen momento para que el departamento fuese la cosa más anormal que había y para no recordar dónde había dejado mis llaves.

—¿Huh?— Dijo antes de hipar y reír.

—Las llaves.— Estaba tratando con todas mis fuerzas de mantener la calma.

—¿Q-qué ll-llaves?— Cada vez que hipaba, sus frases eran interrumpidas.