—¿Vas a cenar?— Pregunté al notar que Abraham acababa de sentarse sobre la barra desayunadora de nuevo.
Se quedó mirándome con atención sin decir una sola palabra, lo cual, debo admitir, me ponía algo nerviosa. O mejor dicho, intimidada.
—¿Qué te hace querer volver por tu hermano y no por tu madre?— La pregunta cayó de repente.
Dejé de picar algunos vegetales para la cena y me dediqué a observarlo. Sus ojos estaban clavados en mí y su semblante estaba completamente serio, aunque no se notaba tenso.
—¿Ahora es tu turno de hacer preguntas?— Levanté una ceja.
—Solo es curiosidad.— Se encogió de hombros.
Fruncí el ceño.
—Quiero decir, Tom me aclaró que tu mayor preocupación era tu hermano, pero nunca mencionó nada más sobre tu madre, solo dijo que trabajabas para ella.— Hizo una mueca de incomodidad.
—No quiero hablar de eso.— Dije volviendo a cortar los vegetales.
Ese tema era algo sumamente personal y delicado, y no tenía razón para hablarlo con él. De ninguna manera le revelaría cosas de mi vida a un chico que acababa de conocer, y del que aparte de todo, acababa de descubrir cuales eran sus ocupaciones.
—Ah, así que la única que tiene derecho a acosar con preguntas eres tú.— Cruzó los brazos sobre su pecho.
—Ahora actúas como un niño, Abraham.
—¿Como un niño?— Aguanté las ganas de reír al darme cuenta de que acababa de preguntar lo mismo que yo hacía unas horas.
—Sí, eso de ojo por ojo ya no se usa.— Dije y seguí en lo mío.
Al terminar de picar los vegetales, los coloqué en una sartén con aceite de oliva y algo de mantequilla para hacer una especie de sofrito. Luego de eso busqué unas milanesas en la nevera y las saqué para que se descongelasen.
Podía sentir la mirada de Abraham sobre cada uno de mis movimientos, y la verdad me incomodaba un poco sentirme tan observada mientras llevaba unos pantalones de pijama y una blusa de tirantes. Bien, no estaba para nada arreglada, pero había pasado todo el día en casa tratando de evitar a Abraham para tener un poco de tiempo sola.
Eran demasiadas las cosas que tenía que procesar luego de esa charla en la mañana.
Aún no me entraba en la cabeza que acababa de meterme en un trabajo que podía costar toda mi libertad, todas mis oportunidades de volver a los Estados Unidos para buscar a Lana y a Giovanni, todas mis oportunidades de llevar una vida normal. Pero al mismo tiempo, al aceptar ese trabajo, también me encontraba a un paso de saber donde estaban. Era algo que me convenía y a la vez no. La verdad no sabía si estaba bien o no haber aceptado.Lo único que sabía, era que ya no había vuelta atrás, y que debía hacer todo lo que Abraham ordenara. Bien, eso daba más que un poco de miedo, pero todo fuese por recuperar a mis dos tormentos.
Al pensar en ellos el corazón se me encoge. El solo imaginar que podría encontrarme con una terrible noticia luego de que alguno de los contactos de Abraham hiciera su trabajo, me destruía levemente.
No podría vivir con la culpa de que desaparecieron a causa de mis estupideces.
Es que si tan solo me hubiese quedado con Tom, si tan solo hubiese soportado un poco más, nada de eso estuviese pasando. No habría ido a parar donde Bo, ni donde Abraham. No estaría metida en negocios para traficar.Nada de esa mierda hubiese pasado si yo no fuese tan estúpida.
Me di cuenta que una solitaria lágrima se había deslizado sobre mi mejilla. La limpié discretamente y me enfoqué en terminar la cena.

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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...