Falling Down - Capítulo 39

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7 de Enero del 2011.

—Necesito ayuda aquí.— Dije rodando los ojos.

Abraham volteó a mirarme y sonrió.

—Deberías dejar tu equipaje como está, me costó mucho hacerlo.— Me guiñó un ojo.

Le miré seria y él soltó una sonora carcajada que me hizo medio sonreír. Se acercó lentamente y yo me negué a retroceder porque sabía exactamente para qué se acercaba.

No tardó en tomar mi cintura para atraerme suavemente hacia su cuerpo y unir sus labios con los míos. Comenzó a acariciar suavemente mi labio inferior con la punta de su lengua, así que no dudé en abrirle un poco de espacio para que ésta se encontrara sutilmente con la mía.

Llevé mis manos a su cabello, comenzando a acariciarlo, sintiendo como sus pulgares comenzaban a dibujar pequeños círculos en mi cintura por encima de mi pijama. Esa simple caricia me hizo pegarme un poco más a él mientras nuestros labios se movían lenta y profundamente.

De un momento a otro se separó, y mi ceño se frunció. Sé que le había dicho que necesitaba tiempo, pero justo en ese instante, no quería que se detuviera.

Volví a unir mis labios con los suyos y él me siguió el juego, ésta vez presionando con firmeza sus dedos en mi cintura. No sabía qué estaba pasando por mi cabeza, pero necesitaba sentirle más y más cerca.

—Bien, creo que ya ha sido suficiente.— Susurró pegando su frente a la mía.

Fruncí el ceño.

—Luego no podré detenerme y será un problema.— Dijo antes de besar una de las comisuras de mis labios con suavidad.

Parpadeé varias veces y me alejé lentamente. No sabía si era porque los entrenamientos me habían dejado sensible y la atención que Abraham me regalaba era más que agradable, pero realmente no quería que se alejase.

Quería que siguiera besándome, y no sólo eso la verdad.

—Debes arreglar ese desastre.— Dijo entre risas.

—No estuviese intentando arreglarlo si no me hubieses dicho que necesitas meter el otro paquete allí.— Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—Sólo abre espacio entre tu ropa, o saca algunas prendas y ponlas en mi maleta.— Dijo mientras se dirigía al armario.

Rodé los ojos de nuevo y comencé a sacar más prendas de las que ya tenía afuera. Hacía más de media hora que él me había dicho que necesitaba meter las demás drogas en mi maleta, ya que era más factible llevarlas ahí que en la suya. 

Abraham ya tenía casi todo su equipaje listo, mientras que yo estaba hecha un desastre en el intento, había ropa por todos lados y aún no decidía qué iba a ponerme para el viaje. Lamentablemente no tenía ropa para embarazada.

—Bien, te ayudaré.— Dijo risueño.

Tomó algunas de las prendas que había sacado y luego de doblarlas con calma, las metió en su maleta hasta que estuvo completamente llena y la cerró. Luego, buscó el último paquete y lo envolvió en otro pedazo de esa tela que impedía que los perros detectasen ese olor tan peculiar para ellos y lo introdujo en mi maleta.

Puso más de mi ropa encima y luego simplemente la cerró. El proceso no le tomó más de quince minutos.

Bufé.

—¿Y qué se supone que voy a usar?— Solté con fastidio.

Había ordenado todas mis prendas perfectamente, sin dejar ni una por fuera.

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