Estaba a punto de encender mi segundo cigarrillo mientras estaba apoyada en la ventana cuando tres toques suaves resonaron en la puerta de mi habitación. Fruncí el ceño y me dispuse a abrirla.
Mi rostro cambió por completo al ver a Lana y a Giovanni de pie frente a mí. Sonreí abiertamente y los dejé entrar antes de que alguna los viera y fuera a acusarlos con la bruja.
—Aparta que quiero un cigarrillo.— Dijo Giovanni y lo detuve tomándolo de la camisa.
—Sólo tienes quince, enano, no puedo permitir que lo hagas.— Dije sonriendo.
—Oh vamos Kiana, no seas estúpida.— Dijo arrebatándome el que tenía entre mis dedos aún sin encender y soltándose de mi agarre.
Sonreí mientras rodaba los ojos y cerraba la puerta. Abracé a Lana.
—¿Ha vuelto a golpearte?— Preguntó ella al notar mi mejilla roja.
—Nada importante.— Dije encogiendo los hombros y tomando otro cigarrillo de mi mesa de noche para encenderlo.
—¿Eso crees? ¿Crees que es normal que una chica de diecisiete años sea golpeada siempre que dice algo?— Replicó molesta.
—No, pero ya sabes cómo son las cosas.— Dije dando una larga calada a mi cigarrillo.
—Kiana, eres su hija.— Dijo haciendo una mueca.
—Ya hemos hablado de esto.— Dije expulsando el humo mientras miraba por la ventana.
—Es injusto.— Dijo con tristeza.
—Todos los que vivimos aquí somos víctimas de abuso e injusticias, no sólo yo.— Dije mirándola seriamente.
—Eres la única a la que golpea.— Murmuró con visible molestia.
—¿Te olvidas de mí?— Preguntó mi hermano que expulsaba el humo mientras estaba acostado sobre mi cama.
—¿A ti también?— Respondió Lana con otra pregunta y mi hermano simplemente asintió.
—Es una perra.— Dije cruzando un brazo sobre mi estómago y apoyando mi codo izquierdo en mi mano derecha para seguir fumando con mayor comodidad.
—Ni lo digas, eso es poco.— Dijo Lana sentándose junto a mi hermano quién le ofreció de su cigarrillo y ella con gusto lo aceptó.
—A veces me gustaría desaparecer de toda esta mierda por un segundo y regresar a los tiempos en los que papá estaba vivo.— Dijo Giovanni y de inmediato volteé a mirarlo.
Hace ya ocho años que papá había muerto. Sinceramente me sorprendía que Giovanni se acordara de él, pero al parecer eran los únicos recuerdos felices que teníamos de nuestras vidas hasta ahora.
Di una profunda calada a mi cigarrillo mientras que un lindo recuerdo invadía mi mente.
FlashBack
—¡Llegué!— Gritó mi padre entrando a casa.
Mi hermano y yo corrimos hacia él para abrazarlo y él nos recibió con gusto, agachándose para quedar a nuestra altura y depositando un beso en mi frente y en la de Giovanni. Nos miró con sus ojos color azul encendido, una ternura inexplicable se reflejaba en ellos cada vez que alguno de nosotros se le acercaba.
—¡Cariño!— Exclamó mi madre con una sonrisa y mi padre se levantó del suelo para saludarla con un casto beso en los labios.
—¿Cómo te fue?— Preguntó mi madre sonriendo.
—Bien cielo, al parecer el negocio que te comenté marcha sobre ruedas.— Dijo mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el perchero junto a la puerta.
—¡Tengo hambre!— Protestó Giovanni haciendo un puchero.
—¡Yo igual papi!— Dije frunciendo el ceño y acariciando mi barriga.
—No hemos comido en todo el día.— Murmuró Giovanni y le di un codazo ante la mirada asesina de mi madre.
—¿Qué?— Preguntó mi padre frunciendo el ceño.
—Nada papi, solo tenemos mucha hambre.— Dije tratando de ocultar los nervios.
Mi padre sonrió ampliamente y se agachó de nuevo para mirarnos a ambos.
—¿Quién quiere pizza?— Preguntó radiante
—¡Yo!— Exclamamos mi hermano y yo levantando las manos.
—¡Yo invito!— Exclamó mi padre y se levantó sonriendo.
—Qué bueno porque no tengo dinero.— Murmuró mi madre y mi padre la miró seriamente.
—Eso nunca ha sido un inconveniente.— Dijo y se fue hacia la cocina para ordenar la pizza por teléfono.
Mi madre nos miró con amargura y nos dejó solos en la sala. Giovanni me miró confundido y yo solo encogí los hombros sin mucho interés. Estaba hambrienta y feliz porque tenía un padre maravilloso que nunca se cansaba de consentirnos a mí y a mi hermano.
Fin del FlashBack
Lo sé, no es un recuerdo completamente lindo y feliz, pero es uno de los pocos que tengo sobre mi padre.
—Lo recuerdas, ¿no?— Dijo Giovanni sacándome de mis pensamientos.
Expulsé lentamente el humo que había estado reteniendo en mi garganta y tiré la colilla por la ventana de mi habitación.
—Sí.
—Yo también lo extraño.— Dijo acercándose para tirar su colilla por la ventana también.
Me mordí el interior de la mejilla y lo miré detenidamente.
—Eres idéntico a él.— Dije sonriendo
Me miró con la sorpresa invadiendo sus ojos azul cielo.
—¿Eso crees?— Preguntó luego de fruncir el ceño
—Sí, tienes los mismos ojos azules y el mismo cabello castaño.
—Creo que yo estoy de más.— Dijo Lana sonriendo a punto de salir de la habitación pero la detuve.
—¿A dónde crees que vas, inútil?— Dije frunciendo el ceño.
Rodó los ojos y se sentó de nuevo en la cama.
—¿Qué tan horrible estuvo su día?— Pregunté cruzando los brazos.
—De lo peor.— Respondieron al unísono y reí.
—¿Conectados?
—Para nada.— Respondieron de nuevo y Giovanni se sonrojó levemente.
Que estúpido.
—Aquí no es que se tengan días buenos en realidad.— Comentó Lana con visible tristeza y cansancio.
—Esto es un infierno.— Dijo Giovanni.
—¿Nunca han pensado, aunque sea por una vez, escaparse?— Preguntó Lana y Giovanni y yo nos miramos serios.
—Por supuesto que sí.— Respondió él.
—No lo hemos hecho porque, primero: somos menores de edad y dependemos de ella, si nos vamos, dependeríamos del estado y eso sería una forma fácil de hacer que nos encontraran. Segundo: no llegaríamos ni a la esquina sin dinero y como bien sabes no podemos ahorrar nada ya que todo se lo traga la bruja, y tercero: si se va uno, se va el otro, no pensamos abandonar a ninguno en manos de esta frívola mujer.— Dije sentándome en la cama junto a mi amiga.
—Es una promesa.— Dijo mi hermano suspirando y yo asentí.
—¿Y por qué no se van ambos?— Preguntó confundida
—Al notar la ausencia de ambos, no dudaría dos veces en enviar a alguien a buscarnos.— Dije
—Y como ya dijo Kiana, sin dinero no llegaríamos ni a la esquina y el estado tomaría derechos sobre nosotros así que nos encontrarían mucho antes de siquiera salir de la ciudad y nos traerían de vuelta para llevar más mierda aún.— Finalizó Giovanni con un suspiro de abatimiento.
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...