Falling Down - Capítulo 33 (parte 2)

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12 de Diciembre del 2010.

—Creo que éste te quedaría bien.— Dijo levantando un top color rosa.

—Ya te dije que quiero algo que parezca ropa, Abraham.— Dije rodando los ojos de nuevo.

Bufó y volvió a colocar el top donde iba. Estábamos de compras, tal y como él había dicho. Ese día de entrenamiento fue relajante hasta el momento en que Jaxon se dispuso a entrenarme como tal, desde ahí fue un infierno. Aún me dolían las piernas y el abdomen.

Los hombres se habían cohibido bastante al notar que estaba con Abraham todo el tiempo, y eso me había reconfortado un poco. Pero por supuesto habían algunos que me dedicaban miradas lascivas y cuando Abraham lo notaba, les miraba bastante mal. A veces simplemente me daba risa.

—Vamos Kiana, ya llevas cuatro pantalones hasta la rodilla y cinco camisas sin mangas, al menos deberías llevar uno de estos.— Dijo levantando otro top de color rojo.

Rodé los ojos.

—Ya dije que no, es mi dinero y no lo gastaré en ese cuarto de pedazo de tela.— Dije ya cansada mientras me dirigía a buscar unas botas.

—Bueno, pues yo lo compraré para ti.— Dijo sencillo y lo tomó para medirlo sobre mi espalda.

Me di la vuelta rápidamente y le fulminé con la mirada.

—¿Qué?

—Ya escuchaste.— Sonrió victorioso balanceando el top de un lado a otro frente a mi cara.

—Pues no pienso usarlo.— Dije encogiéndome de hombros sin darle interés.

—Ya lo veremos.— Me guiñó un ojo y pasó por mi lado sin dejarme responder.

Bien, eso era algo que me hartaba de él, nunca me dejaba responder a nada que me molestara.

Fuimos por unas botas. Estaba cansada así que elegí unas color blanco y negro. Fuimos a la caja y pagué por todo, luego de que Abraham pagara por ese pedazo de tela que jamás me pondría.

Salimos de la tienda, y el teléfono de Abraham comenzó a sonar. Me dijo que me detuviera y contestó.

—Arthur. Bien, me alegra que hayas podido ver mi mensaje. Necesito que empieces a trabajar con algo. No, no es para mí, pero necesito que lo hagas. Sí, es muy importante, y debe ser con rapidez. Claro. Está bien, te llamaré después. Adiós.

Volteó a mirarme y me sonrió apretando los labios. Sólo pude fruncir el ceño.

—¿Quién era?

—Un amigo de hace muchos años, trabaja en Italia.

—¿Es de...?

—No.— Me interrumpió.

Guardé silencio.

—Vamos, te contaré en la camioneta.— Dijo tomando mi muñeca y simplemente le seguí.

~~~

—Entonces, ¿él es quien buscará rastros de Lana y Giovanni?— Pregunté luego de que llevara un rato explicándome todo mientras conducía.

Asintió mirando la carretera.

—Necesito que me digas sus datos, él se encargará de buscarlos.

—¿Qué clase de datos?— Hice una mueca.

—Nombres, apellidos, edades y descripción física.

—Bien.— Asentí.

—Al llegar al departamento trabajaremos en eso.

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