Otra semana más.
Luego del día de mi escapada, Tom me golpeó como nunca nadie lo había hecho. Aún tenía mi ojo izquierdo un poco morado y mi cuello marcado debido a sus dientes.
Había estado encerrada todos estos días, siendo manipulada por él. Se encargó de llamar a Rogelio para decirle que me había dado el periodo y que en una semana estaría lista para trabajar de nuevo. Aunque no fue mentira, de todas maneras no era una excusa para no dejarme ir a "trabajar", simplemente me quería encerrada.
Mientras tanto, hacía lo que quería conmigo y luego me lanzaba dinero a la cara. Según él, no tenía suficiente confianza en mí como para llevarme donde Rogelio, y no tenía ganas de una pelea con la bruja, así que, prácticamente, era lo que nunca había sido.
Una puta a domicilio.
Estaba en el jacuzzi, tratando de relajarme. Miré mi cuerpo a través del agua y las pocas burbujas que quedaban ya que llevaba al menos una hora allí dentro. Mis piernas tenían moretones al igual que mi abdomen, y mi zona íntima gritaba por ayuda.
Sé que puede resultar incómodo que diga esto, pero no podía ni siquiera asearme sin sentir una gran punzada de dolor. Tom había sido más que brusco estos días, supuestamente para que "aprendiera mi lección".
Lo que él no sabía, era que estaba tomando más fuerzas para formar un plan de escape. No soportaba más, tenía que encontrar la forma de sacar a Lana y Giovanni de donde estaban y largarnos muy lejos. Pero había tres problemas.
Primero: no sabía manejar del todo.
Segundo: no sabía a dónde ir.
Tercero: ¿Cómo escapar si Tom hasta había dejado de trabajar fuera para mantenerme vigilada?
Esas tres cosas habían estado rondando por mi cabeza esta última semana, además, sin contar, al pobre de Chester, al cual no volví a ver desde que desaparecí con Tom en el jodido ascensor que me llevaba camino al comienzo de una verdadera tortura.
Por primera vez en mi vida, me sentía completamente derrotada.
Lentamente me levanté del jacuzzi y me las arreglé para enrollar una toalla alrededor de mi cuerpo y así salir del cuarto de baño a la habitación. Me coloqué desodorante y un conjunto de ropa interior color azul marino de encaje. Me abstuve de colocarme cremas ya que me dolía.
Cepillé mi cabello, dejando que cayera húmedo por mi espalda. Me miré al espejo y sentí una roca aterrizar en mi garganta.
Tres golpes a la puerta me sacaron de mis pensamientos. Maldita sea, no quería verlo, no lo soportaba. Me aterraba la idea de que pudiese volver a tocarme. Rápidamente busqué una blusa color blanco y unos shorts negros. No quería que me viera en ropa interior y quisiera hacer conmigo lo que pudiera.
—Vengo por el dinero.— Dijo serio mientras cerraba la puerta.
Sin decir nada, me dirigí a la mesita de noche y saqué el dinero que me había visto obligada a reunir. Sí, él me había obligado a eso también. Por supuesto puse resistencia, pero de allí salió mi ojo morado.
Saqué el dinero y se lo entregué. Él lo guardó en su chaqueta y se dispuso a salir de la habitación.
Le detuve.
—¿Vas a dónde mi madre?
—Sí.— Dijo mirándome.
—Quiero ir.— Dije con suavidad.
—No.
—¿Por qué no? Había un trato...— Me interrumpió.
—¡El cuál tú rompiste saliendo sin mi puto permiso!— Exclamó.
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Falling Down
Ficción General¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...