Miles de recuerdos se apoderaron de mi mente.
FlashBack
—¡Papi, atrápala!— Grité.
Mi padre sonrió y atrapó la pelota de béisbol en el aire. Giovanni se acercó a mí y me tomó de la mano para empezar a correr detrás de papá, que como de costumbre, había huido con la pelota entre las manos. Luego de unos minutos lo alcanzamos y lo tiramos al suelo de la sala para arrebatarle la pelota.
Me levanté con la pelota entre mis manos, celebrando. Pero no fui lo suficientemente inteligente para darme cuenta que al levantar los brazos, pude partir con facilidad una muñeca de porcelana que estaba puesta en uno de los estantes de madera.
De inmediato, mi padre se levantó y mi madre apareció en escena.
—¡Maldita sea, Gerard! ¡Te he dicho que jueguen afuera!— Gritó.
—No es necesario decir esas palabras, Teressa.— Dijo mi padre tranquilo mientras me tomaba en brazos.
Me encontraba completamente asustada. Sabía que mamá estaba molesta y que me iba a golpear si volvía a jugar dentro de casa. Salimos de la casa con Giovanni pisándole los talones a papá. Se veía igual o más asustado que yo.
—Fue mi culpa, papi.— Dije al borde de las lágrimas.
Él me puso en el suelo y se agachó para quedar a mi altura.
—No te preocupes, Kiki, todo estará bien.— Dijo antes de darme un beso en la frente.
—Mamá está molesta.— Dijo Giovanni mientras miraba al suelo.
Papá lo abrazó.
—Todo estará bien mientras estén conmigo, ¿vale?
Giovanni y yo nos miramos antes de asentir. Estábamos asustados, pero ese sentido protector de papá nos tranquilizaba al instante.
—Creo que dejamos algo pendiente.— Dijo sonriendo.
A Giovanni y a mí se nos iluminó el rostro. Papá le dio la pelota a Giovanni y este comenzó a correr por toda la calle. Ambos nos miramos cómplices.
—A la de tres.— Me dijo y asentí.
—Uno.
—Dos.
—¡Tres!— Gritamos los dos al mismo tiempo y comenzamos a perseguir a Giovanni por toda la calle.
Fin del FlashBack
Me volteé para mirar la calle, aún atónita, y reparé en las escaleras de la entrada.
FlashBack
—¿Qué haces, pequeña?— Preguntó papá mientras se sentaba a mi lado en las escaleras y luego me acomodaba en su regazo.
—Estaba mirando las estrellas.— Dije sin dejar de observar el cielo.
—Oh, ¿te gustan?
—Sí, son bonitas.— Sonreí.
—Te regalaré una.
Volteé a mirarlo ceñuda.
—No se pueden regalar las estrellas.
—Claro que sí.
—No, papi.— Dije riendo.
—Que sí.— Dijo como un niño malcriado.
Reí.
—Bueno, si es así, ¿cuándo me la darás?— Pregunté interesada.
—¿La quieres ahora?
—Sí.
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Falling Down
Ficción General¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...