Falling Down - Capítulo 7

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Tres fuertes golpes en la puerta de mi habitación me despertaron. Todo estaba oscuro. Refregué mis ojos para despejarme y otros golpes aún más fuertes hicieron que me levantara de la cama. Abrí y me encontré con un nervioso Giovanni golpeado en su mejilla izquierda.

 Maldita hija de puta.

—¡Kiana! ¡Te anda buscando desde hace una media hora, me mandó a llamar y me golpeó antes de decirme que viniera a buscarte!— Hablaba demasiado rápido y desesperado y la rabia creció aún más.

Lo hice pasar y sentarse en mi cama. Miré un pequeño reloj que había en mi mesa de noche y éste marcaba las nueve menos cuarto. ¡Maldición!

—Gio, lo siento, todo es mi culpa. Me quedé dormida, ¡joder! ¿Te duele mucho? ¡Maldición!— Dije mientras me agachaba para que me mirara desde arriba.

—¡Sólo apresúrate! ¡Dijo que si no estabas allí en quince minutos iba a hacer que ambos lo lamentáramos, sobre todo yo!— Exclamó con lágrimas en sus ojos.

Apreté la mandíbula con fuerza y acaricié su cabello antes de darle un beso, levantarme y empezar a dar vueltas como loca por toda mi habitación. Busqué el vestido más horrible que tenía, el cual era uno sin mangas, color fucsia en la parte de arriba y color negro en la falda. La parte de arriba llevaba lentejuelas doradas y la falda era de tiras cruzadas.

Me di una rápida ducha, peiné mi cabello en una cola de caballo, dejando que quedara liso en ella. Me maquillé un poco, me enfundé en el mugroso vestido y me puse unos zapatos altos color marrón. Sonreí al ver lo horrible que estaba y antes de salir deposité un beso en la frente de mi hermano.

~~~

—Te pido una disculpa hombre, ya no sé qué hacer con esa niñita del demonio. Le dije que estuviese puntual a las ocho, sé que no te gusta esperar.— Escuché decir a mi madre.

Me encontraba de pie detrás de la puerta de su oficina. Lo sé, es de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero estaban hablando tan fuerte que simplemente no pude evitarlo.

—No hay problema Teressa, por ella esperaría cuanto fuese necesario.— Dijo el hombre y su voz me pareció algo familiar.

Fruncí el ceño, no lograba recordar ningún rostro asociado con esa voz.

—Lo sé, es solo que me desespera. No hace otra cosa que darme guerra, sinceramente ya no la soporto.

—¿Es por eso que al fin decidiste aceptar mi propuesta?— Soltó una carcajada.

Mi confusión se hizo más grande, ¿de qué hablaba este idiota?

—Aún estoy considerándola.

—Vamos Teressa, te quitarías ese peso de encima, seguirías recibiendo parte de las ganancias y yo la obtengo a ella mas el veinte por ciento de lo que ella produzca en la semana.— Dijo con tranquilidad y mis ojos se abrieron de par en par.

¿Me quería entregar a ese hombre? ¿Me iban a separar de mi hermano y de mi mejor amiga? ¿A qué se refería? Maldita sea, estaban haciendo negocios conmigo como si fuera un jodido animal.

Me armé de valor y toqué suavemente. Dejaron de hablar y la bruja abrió la puerta, pero en vez de hacerme entrar ella salió y cerró la puerta tras de sí. Me tomó fuertemente del brazo y habló apretando los dientes.

—¿Qué te dije? ¿Estás consciente de la puta hora?

—Me quedé dormida, ¿ahora no tengo derecho a descansar?— Rodé los ojos obviando el dolor proveniente de mi brazo donde sus uñas estaban siendo clavadas con fuerza.

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