—Oye, despierta.— Sentí una mano halar un poco mi cabello.
Abrí mis ojos lentamente y ladeé un poco mi cabeza, encontrándome con el rostro de Grace alumbrado por una enorme sonrisa de emoción, mientras que yo, sólo quería seguir durmiendo para no seguir torturándome con el recuerdo de Abraham huyendo de mí.
No quería al bebé, y no podía culparlo, así había pensado yo también. Pero la imagen que tenía de él era muy distinta a la que él me había dado al enterarse. Era estúpido que reaccionase así al saber que podríamos salir de la cárcel y que no habría ningún problema.
Suspiré y me incorporé, sintiendo mi cabeza punzar un poco. Había llorado hasta quedarme dormida y la verdad no había sido la mejor idea. Miré a Grace y medio sonreí, para no ser descortés.
Entendía que estuviese feliz porque era el día de consulta, pero yo no lo estaba.
Luego de que Abraham se fuese y yo me hubiese quedado llorando como una tonta bajo el árbol, no tuve más remedio que volver con los oficiales cuando una campana sonó. Aunque mi pecho estuviese completamente ardido y mi garganta estuviese seca, saqué fuerzas para decirle a uno de los oficiales que quería que Abraham estuviese presente en mi consulta, pero que si él no quería estarlo, que no lo obligasen.
El oficial asintió y luego me dejó en mi respectiva celda, para que pudiese llorar y desahogarme ante las preguntas y palabras de consuelo impartidas por Grace.
—Entiendo que no estás muy entusiasmada por lo que sucedió con él, pero debes entender que en cualquier caso, no estás sola. Hay algo allí que te acompaña y hoy podrás verlo.— Dijo señalando mi vientre con uno de sus dedos.
Llevé mis manos allí y las froté un poco, sintiéndome un poco tonta por ello. Bien, había algo allí dentro y había comenzado a quererle, pero no podía evitar pensar que Abraham no creía lo que yo.
—¿Crees que se presente?— Pregunté en un susurro, esperando obtener una respuesta alentadora.
Grace frunció un poco sus labios y acarició levemente su gran barriga.
—La verdad no lo sé, los hombres pueden llegar a ser más complicados que nosotras las mujeres embarazadas.— Reí levemente.
—Sólo espero que haya pensado mejor las cosas. No quiero perderlo.— Confesé mirándole.
Asintió.
—Lo entiendo, pero ahora tú debes entender que si él no quiere estar presente ahora, simplemente es un cobarde que no será capaz de afrontar las consecuencias de sus actos.— Se encogió de hombros.
—Es cierto.
—Sólo espera, y si no aparece, aquí me tendrás.
Sonreí al igual que ella.
~~~
Luego de desayunar, comenzamos de nuevo con las partidas de póker. Pero a la mitad de la segunda partida, cuando por fin yo iba ganando, llegaron dos oficiales repartiendo dos botellas de agua a cada una. Fruncí el ceño y fui a tomarlas al igual que Grace.
—¿Agua?— Pregunté.
—Toma toda la que puedas.— Declaró destapando una de las botellas.
—¿Por qué?
—Es parte del examen.— Se encogió de hombros.
—¿Siempre les hacen beber agua?
—Sí, justo una hora antes, y no puedes ir al baño.— Sonrió.
—Me estás mintiendo.
Negó divertida.
—Es lo único malo de todo esto.— Soltó una carcajada y volvió a beber de la botella.
ESTÁS LEYENDO
Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...