Falling Down - Capítulo 12

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Ahí estaba, buscando entre las bolsas algo para ponerme. Opté por revisar en una de las bolsas Valentino y me encontré con un vestido negro ajustado a la cintura, de falda ancha con volados hasta el medio muslo. El área de los brazos y hombros era de tela negra transparente. Era bastante lindo.

La verdad, era hermoso. Quité la etiqueta que decía el precio de cinco mil cuatrocientos dólares y la tiré a la basura. Miré el vestido y sentí una gran decepción. Este vestido se merecía algo mejor que estar en el cuerpo de una prostituta por unas dos o tres horas.

Luego simplemente sería arrancado por cualquiera y quedaría completamente arrugado. Suspiré y me dirigí a buscar mis zapatos altos color negro en mi bolso. No eran de marca, pero eran cómodos. Los zapatos de marca los utilizaría en otra ocasión.

Tocaron mi puerta suavemente y cerré los ojos con fuerza antes de pronunciar un "adelante". Sabía perfectamente quien se encontraba detrás de la puerta, y después de lo sucedido cinco minutos antes, no quería verlo. Pero no podía rechistar, ya no.

—¿Lista, hermosa?— Preguntó sonriendo.

—¿En dónde llevo las cosas?

—Sólo debes llevar el vestido y los zapatos, los especialistas arreglarán todo lo demás.

—Bien.

Se quedó de pie en el umbral de la puerta. Recogí los zapatos y me dispuse a salir pero él me detuvo. Me tragué un suspiro de cansancio y lo miré.

—El auto te está esperando abajo.

Asentí y quise caminar pero me lo impidió.

—Suerte.— Dijo buscando mí mirada y simplemente lo miré.

—Gracias.— Dije a duras penas.

Besó mis labios cortamente y luché contra la oleada de asco que me recorrió. Le dediqué una media sonrisa y salí del apartamento. Tomé el ascensor y marqué sótano dos.

Me miré en el espejo del ascensor. ¿En qué me había convertido? ¿Dónde estaba la Kiana Grimaldi que era feliz? Oh, cierto. Se fue con su padre, a la tumba. 

Papá...

Estaba segura de que se sentía más que decepcionado de mí. Miren en dónde había acabado, siendo una simple prostituta que empezaría a usar ropa cara y autos deportivos por obligación. Ese no es el futuro que un padre desea para su hija. Pero lamentablemente, ya no podía retroceder.

Sequé mis mejillas, las lágrimas habían comenzado a correr sin que me diera cuenta. Tomé una respiración fuerte y mantuve mi cara en alto. 

Cuando el ascensor se detuvo en sótano dos, me encontré con un Lamborghini Murciélago color negro esperándome. Un señor de unos sesenta años, me abrió la puerta del copiloto con una sonrisa. Apenas lo miré.

Subí al auto y coloqué el vestido con cuidado sobre mis piernas. Los zapatos los puse en el suelo del auto. El señor se subió al asiento del conductor y se puso en marcha sin esperar. Debían ser las seis y media, por lo que el atardecer estaba en su punto.

Miré por la ventanilla todo el tiempo, hasta que decidí que necesitaba algo.

—¿Tiene un cigarrillo?— Pregunté y el señor sonrió sacando una caja de Camel de su chaqueta de traje. 

Vaya, hasta los cigarrillos de aquí eran de los costosos. Yo estaba acostumbrada a fumar Marlboro, pero no rechazaría un cigarrillo de la mejor marca.

~~~

Al notar que estábamos llegando a la casa del viejo gordo, tiré la colilla de mi tercer cigarrillo por la ventana. Había utilizado la media hora de camino, el silencio del señor y el atardecer para mirar todo el tiempo por la ventanilla abierta mientras pensaba en miles de cosas, expulsando el humo lentamente.

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