Falling Down - Capítulo 24

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Sentí un aroma bastante fuerte por lo que abrí los ojos lentamente. El chico a mi lado sostenía un algodón con lo que parecía ser alcohol, en frente de mi nariz. Le miré y él retiró el algodón.

—Aterrizaremos en cinco minutos, nada de jueguitos, ¿entiendes? Esta no es tu ciudad, si te pierdes, te jodes, así que por tu bien, compórtate.— Dijo señalándome con un dedo.

Sentí que el corazón se me caía a los pies. Miles de dudas crecieron en mi cabeza.

—¿Dónde estamos?— Pregunté rogando a que dijera que aún nos encontrábamos en América.

Soltó una carcajada.

—París.

Mordí mi labio inferior. No sabía en qué parte del bendito planeta quedaba eso.

—Europa.— Dijo cómo si hubiese leído mis pensamientos.

Maldita sea.

—¿Qué quieren de mí?— Pregunté seria.

—Tu cuerpo.— Dijo como si fuese la cosa más natural del mundo.

Maldije de nuevo internamente. Ya sabía que las cosas no podían ir bien.

—¿Para viajar al exterior no se necesitan documentos?

Soltó otra carcajada.

—Hay algo llamado contactos. No nos van a molestar por nada, preciosa.— Dijo guiñándome un ojo.

Quise patearle, patearle muy fuerte en lugares que no deberían ser pateados jamás. Apreté la mandíbula y me dediqué a mirar por la ventanilla.

Luego de que el piloto diera unas palabras y me abrochara el cinturón, el avión pisó tierra. Me aterré un poco ya que era mi primera vez en un avión. En realidad, era mi primera vez fuera de mi ciudad. Y al aterrizar, pensé que el avión se estrellaría y moriríamos todos.

Al comienzo del vuelo no había sentido nada debido a esas drogas que me obligaron a tomar. Pero ahora tenía mis cinco sentidos más que alerta.

Bajamos del avión luego de que las puertas se abrieran y el chico a mi lado me entregara mis bolsos.

De repente, a la entrada del aeropuerto, me tomó la mano y entrelazó nuestros dedos. Hice un movimiento para retirarla pero el me sostuvo fuerte. Tanto, que casi llegaba a doler. Mientras tanto, su gemelo nos seguía sin decir o hacer nada.

—¿Quieres soltarme?— Dije con amargura.

Bufó.

—¿Para que puedas escapar? No lo creo, aparte, tu boleto de entrada soy yo y mi boleto de salvación eres tú. Sólo sigue el plan y se acabó.— Dijo sin si quiera dedicarme una mirada.

Decidí no comentar nada más y simplemente caminar. No tenía otra salida. Estaba en un continente completamente distinto al mío, no sabía ni siquiera que idioma hablaban aquí. Estaba jodida, eso era todo.

Giovanni y Lana se habían quedado solos. Un sentimiento de angustia me invadió. ¿Qué harían ellos sin mí? ¿Podría volver en algún momento? ¿Qué pasaría conmigo? Maldición.

~~~

Al salir del aeropuerto (por el que pasamos sin ningún inconveniente y luego lanzaron mis bolsos bien lejos) me llevaron a una camioneta negra y al estar dentro, después de que me despojaran de mi teléfono (el cuál estrellaron contra el suelo y lo pisaron) y mis cigarrillos (que se guardaron para ellos) me vendaron los ojos y ataron mis manos a mi espalda. Mi cabeza estaba sobre las piernas de uno de los gemelos y mis pies en las piernas del otro. Estaba recostada de lado sobre el asiento trasero.

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