Su puño se detuvo en el aire y me miró sonriendo burlonamente. A cambio de eso acercó su mano y acarició mi vientre con sus dedos. Comencé a forcejear con las cuerdas mientras él reía.
—¡No me toques!— Exclamé.
Sus risas no se detenían mientras lágrimas de impotencia se acumulaban en mis ojos. Enterró sus dedos en la piel de mi vientre, dejando sus cortas uñas completamente marcadas. Seguí forcejeando pero sólo estaba consiguiendo lastimar mis muñecas y tobillos.
—Así que la pequeña muñeca está embarazada.— Murmuró sonriendo.
Tensé la mandíbula.
—No porque me de asco que me toques significa que estoy embarazada, imbécil.
Volvió a reír.
—Una fuente muy confiable me lo ha dicho, cielo.— Se alejó, sacando de su chaqueta una caja de cigarrillos.
Tragué saliva inexistente en mi boca, intentando aplacar el nudo que nacía en mi garganta. La bruja le había dicho todo, estaba segura. Por ella me habían encontrado. No había otra forma de que él se hubiese enterado de que yo estaba en el país.
—Fue ella, ¿no?
—¿Quién? ¿Tu madre?— Preguntó con gracia encendiendo un cigarrillo.
—No le llames así.— Dije entre dientes.
Sonrió y expulsó el humo lentamente, tomando una silla de madera que había en una esquina y poniéndola justo frente a mí.
—No puedo quitarle el crédito a los hombres que estuvieron vigilando el edificio desde hace algún tiempo para cuando volvieses. Pero, ¿quién me llamó para avisarme que estabas en la ciudad? Sí, fue ella. Una gran ayuda.— Le dio otra calada a su cigarrillo.
—Suerte para ti que esté enamorada.— Dije con un poco de burla.
—¿De mí?
—Lo sé, está realmente enferma.— Sonreí.
Ahora su semblante se tornó serio. Tiró el cigarrillo al suelo y luego de pisarlo con su zapato, me señaló con su dedo.
—Estar enamorada de mí no es estar enferma.
—A mi parecer sí lo es, pero en fin, entre enfermos se entienden.— Reí irónicamente.
Recibí otra bofetada en mi mejilla izquierda. Cerré los ojos y apreté la mandíbula.
—Tú lo tenías todo, Kiana. No te faltaba nada cuando estabas conmigo.— Tomó ambos lados de mi rostro para que le mirase.
Las lágrimas salían involuntariamente de mis ojos, empapando mis mejillas y hasta mi mentón. Era un llanto que ya se me hacía imposible detener.
—No llores, podemos arreglarlo todo. Podemos volver a nuestra hermosa vida juntos, sólo tienes que colaborar.— Susurró besando mi cuello.
El asco inundó cada parte de mi cuerpo y me moví intentando apartarme de él, siendo inútil debido a que estaba amarrada. Sé que la mejor opción en ese momento era manipularlo sabiendo que su debilidad era yo, pero el asco que le tenía simplemente me impedía reaccionar de esa manera.
—Nunca más colaboraré para alguien como tú, basura.— Dije con rabia.
Se separó y me lanzó un fuerte golpe en el estómago, sacándome el aire. Las lágrimas salieron con más fuerza, pero agradecí en silencio que no hubiese golpeado de nuevo mi vientre. La vida de mis bebés podría correr peligro y era algo que no soportaría.
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...