Falling Down - Capítulo 10

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Me encontraba acostada en la cama mirando al techo. ¿En qué se supone que me había metido? Dejé a Giovanni y a Lana con miles de promesas que ahora no estaba segura de si las iba a cumplir o no. Me sentía la peor hermana y amiga por dejarlos solos con esa bruja. 

En esos momentos necesitaba hablar con Tom, necesitaba asegurarme de que lo que había dicho seguía en pie. Si decía que no, encontraría la manera de escapar y volver a la vida de un día atrás, llena de incomodidades y rabias indescriptibles a cada momento.

Miré al suelo, al pie de la cama, donde se encontraban más de cuarenta bolsas de esas tiendas carísimas a las que me había llevado Tom para comprar vestidos, faldas, shorts, blusas de todos los tipos, zapatos, joyería y hasta lentes de sol. 

Suspiré. Era más ropa de la que había tenido en toda mi vida, sinceramente. Y los precios ni se diga. Me levanté de la cama para explorar un poco en las bolsas, había recorrido tantas tiendas que ya no recordaba que tanto había comprado ese señor para mí.

Gucci, Chanel, Louis Vuitton, Prada, Versace, Valentino... Había al menos cinco o seis bolsas de cada marca. Tomé una bolsa Gucci y saqué lo primero que encontré. Resultó ser un vestido color crema con un cinturón dorado a la cintura. Era de manga corta y la falda era hasta dos o tres dedos más arriba de la rodilla. Miré la etiqueta y casi me desmayo. Seis mil ochocientos dólares.

Había de todo, y seguramente a ese precio o más. Pero una pequeña bolsa que no había visto llamó mi atención. Era color turquesa y decía Tiffany&Co. Fruncí el ceño, la verdad no recordaba haber entrado a ninguna tienda con ese nombre. Curiosa, abrí la bolsita y me encontré con una caja alargada también color turquesa y con el nombre de la tienda.

Saqué la caja y la abrí. Mis ojos se abrieron de par en par al ver un collar de plata largo con un dije de una llave antigua dorada colgando. Era hermoso. Busqué la etiqueta en la caja y en la bolsa pero no había absolutamente nada.

—No vas a encontrar el precio de esa.— La voz de Tom me sobresaltó.

¿Cuánto tiempo llevaba observándome? Tenía esa sonrisa radiante y escalofriante estampada en el rostro.

—¿Por qué?

—Es un regalo.

—Como todo lo demás, ¿no? Por si no lo recuerda, no tengo dinero como usted, así que si piensa que voy a pagarle todo esto, puede devolver todo a las tiendas. De todas formas, ya tengo ropa.— Dije frunciendo el ceño y él soltó una carcajada.

—Todo es un regalo de mi parte Kiana, solo que ese collar es algo más especial. No entiendo por qué siempre debes estar a la defensiva.— Dijo sentándose en la cama, cerca de mí.

Automáticamente me levanté frunciendo el ceño y dejé el collar en el suelo. Él lo tomó y me miró con una media sonrisa.

—Estoy a la defensiva porque no quiero nada de esto. Estas prendas son demasiado para mí.

—Kiana, el punto de este collar es que su uso es opcional. A diferencia de todas las demás prendas, puedes elegir cuando utilizar el collar y cuando no.

Levanté una ceja.

—¿Está diciendo que estoy obligada a utilizar todas las demás prendas así no quiera?

—Exactamente.— Sonrió.

—¿Y qué le hace pensar que lo haré? Muy bien puedo rechazarlo todo y hasta hacerles algún daño a estas cosas que serían inservibles.— Dije encogiendo los hombros para restarle importancia.

Se carcajeó fuertemente.

—Debes hacerlo.— Dijo con simpleza.

—¿Y si no quiero?

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