Falling Down - Capítulo 35

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Entramos a trompicones al departamento mientras estábamos más que concentrados en besarnos y pasar las manos por todas partes.

Cerré la puerta con una patada a ciegas al entrar y enredé mis dedos en su cabello. Me hizo caminar hacia atrás mientras pasaba sus besos a mi cuello, lamiendo y mordiendo. 

Llevó sus manos a mi cintura y desabrochó el sobretodo, quitándolo de mi cuerpo y tirándolo a quien sabe dónde.

Mi trasero se topó con la barra desayunadora, lo cuál él notó y me tomó de las caderas para levantarme y sentarme sobre ella.

Podía sentir su respiración acelerada al igual que la mía, y sin pensarlo le halé suavemente del cabello para atraer de nuevo sus labios a los míos.

En ese momento podía jurar que no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero decidí simplemente dejarme llevar.

Nos besábamos con una necesidad indescriptible que hacía notar lo mucho que deseábamos hacerlo desde hacía bastante tiempo atrás.

Mordió mi labio inferior, haciéndome soltar un profundo suspiro. Nos separamos para tomar aire y nos quedamos mirando fijamente.

Lucía increíble con sus ojos un poco oscurecidos y su cabello despeinado. Intentaba desesperadamente calmar mi respiración, pero había algo muy dentro de mí que era incapaz de controlar. Era un sentimiento mezclado entre la emoción, la adrenalina y la expectativa de qué podría pasar después.

—¿Quieres ir a tu habitación?— Pregunté intentando aligerar un poco el ambiente.

—No creo que aguante.— Dijo pegándose de nuevo a mi cuello.

Suspiré lentamente y le hice mirarme tirando suavemente de su cabello.

—¿En la sala?

—¿No estás cómoda aquí?— Me miró a los ojos.

—La verdad es que no.— Dije medio sonriendo.

Soltó una carcajada que me hizo sonreír por completo.

—Vamos.— Dijo extendiéndome su mano para ayudarme a bajar de la barra.

La tomé y bajé con cuidado. Me condujo a la puerta que daba a la sala y sacó su gran manojo de llaves para abrirla.

—¿Alguna vez te he dicho que odio todas las puertas de tu departamento?

—¿Por qué?— Rió mientras me abría paso a la sala.

—Es demasiado complicado trasladarse de un lado a otro.— Dije encogiéndome de hombros.

Cerró la puerta en el momento que ambos pasamos y me sonrió.

—Es cosa de seguridad.— Me guiñó un ojo.

—¿Seguridad?— Pregunté confundida.

—Ya te he dicho que siempre hay alguien buscándome.— Dijo y recordé lo que había escuchado de su charla con Jaxon el día que el idiota aquel quiso pasarse de la raya.

Fruncí el ceño.

—¿Lo dices por Bo?

—Y por cosas que han pasado antes.— Dijo encogiéndose de hombros mientras de acercaba a mí.

Mordí el interior de mi mejilla derecha y me abracé a mí misma.

—¿Tienes frío?— Preguntó al estar frente a mí.

—Un poco.— Confesé.

—¿Quieres que encienda la chimenea?— Me miró a los ojos.

Asentí abrazándome más. Colocó sus manos en mis brazos y los acarició suavemente sobre la tela del vestido.

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