Estaba terminando de jugar con mi teléfono cuando tres golpes en la puerta llamaron mi atención.
—Adelante.— Dije sabiendo lo que me esperaba al verlo pasar por la puerta.
Entró con cuidado y me sonrió.
—¿Vamos a cenar?— Preguntó.
Suspiré. No tenía elección.
—Vamos.— Intenté que sonara convincente.
Me abrió la puerta y ambos bajamos a la cocina.
Miles de cosas pasaron por mi mente. Tenía que encontrar la forma de salir del departamento a más tardar a las once menos cuarto para poder llegar a tiempo al edificio de la bruja y así poder sacar a Lana y a Giovanni.
No sabía cómo me las arreglaría para poder llegar si quiera a la esquina sin estrellar alguno de los autos de Tom con cualquier semáforo que se cruzara en mi camino, pero eso no era lo que realmente me preocupaba.
Por ahora, debía dedicarme a cenar con él y comportarme durante la primera vez que quisiera tocarme luego de llegar a la habitación, ya que, si ponía resistencia, estaba más que jodida.
Sólo me golpearía y se quedaría hasta altas horas de la madrugada haciéndome lo que se le viniera en gana y mi plan para escapar estaría completamente arruinado.
Carolay ya nos esperaba en la cocina con dos platos calientes de sopa y otros dos platos con salmón ahumado y ensalada fresca.
Nos sentamos a cenar en silencio y Carolay se retiró. La comida estaba realmente deliciosa, pero no tenía apetito.
Mi estómago estaba encogido con miedo, ansiedad, angustia y previa adrenalina. En esos momentos Lana debía estar arreglándoselas para poder entrar en la habitación de Giovanni y recoger sus cosas.
—¿Qué hiciste hoy?— Preguntó mientras cortaba un trozo de salmón distraídamente.
—¿Yo?
—Sí, preciosa, tú.— Dijo con un aire burlón.
—Nada, no se puede hacer mucho estando encerrada.— Dije encogiendo los hombros para restarle importancia.
Soltó su tenedor haciendo que su plato sonara.
—Lo siento, belleza. Es solo que no me sentía cómodo teniéndote fuera de nuevo. No se qué haría si llegara a perderte.— Dijo mirándome y tragué saliva.
—Tarde o temprano tendrás que perderme, recuerda que mis dieciocho están cerca.— Traté con todas mis fuerzas que mi voz no se quebrara y me delatara.
Tomó una de mis manos por encima de la mesa.
—Kiana, haré hasta lo imposible para que decidas que quieres seguir viviendo conmigo aún teniendo tus dieciocho años cumplidos.— Dijo mirándome directamente a los ojos.
Sueña, imbécil. Mi subconsciente se encontraba alerta.
—¿Ah, sí?
—Sí. No sé qué haría sin ti. Creo que podría volverme loco.— Sentí que mi estómago se encogía de nuevo.
Loco ya estaba, pero miles de incógnitas cruzaban por mi mente. ¿Podría escapar? Si escapaba, ¿Me encontraría? ¿Mataría a Lana y a Giovanni por estar conmigo? ¿Me mataría a mí también o me obligaría a volver con él? Joder, los nervios se estaban apoderando de mí.
—¿Kiana?— Me llamó sacándome de mis pensamientos.
—¿Sí?
—¿Escuchaste lo que dije?
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...