—Y prometo que vendré a verlos al final de cada semana.— Dije abrazando fuertemente a Giovanni y Lana a punto de salir de mi habitación con todas mis cosas en un bolso.
—No será lo mismo.— Dijo Giovanni mirando al suelo.
Mi corazón dio un vuelco. No quería dejarlos, maldita sea. Pero lo hecho, hecho está. Tomé su cara entre mis manos para obligarlo a mirarme, sus ojos azules estaban llenos de lágrimas contenidas. Una solitaria se escapó y él la limpió con rabia mientras que mi estómago se encogía.
Suspiré y lo abracé con fuerza por quinta vez.
—Prometo que cuando cumpla dieciocho, toda esta mierda habrá acabado.— Susurré en su oído y él se apretó contra mí.
—No creo soportarlo.— Sollozó y tragué con fuerza mientras notaba que Lana limpiaba sus mejillas con las mangas de su suéter.
Maldición, no pensaba que iba a ser tan difícil.
—Sólo falta un año, solo uno Gio.— Dije intentando contener las lágrimas.
Hace tan solo dos meses había cumplido mis diecisiete años. Pero para todo lo que habíamos pasado desde que papá murió, un año era prácticamente nada.
—Te amo, Kiana.— Dijo separándose y limpiando su rostro empapado.
Por un momento mi mundo entero se detuvo. Era la primera vez que escuchaba tal cosa salir de sus labios. No supe que responder, mi mente no formulaba palabra alguna. Así que dejé que mi corazón hablara por sí solo. Lo sé, ya me puse ridícula.
—Y yo a ti, enano. Eres mi vida entera, y prometo que esto no será en vano.— Dije alborotando su cabello mientras contenía el nudo en mi garganta.
Volvió a abrazarme y luego fue a sentarse en mi cama mirando al suelo. Me mordí el labio inferior para contener un sollozo y Lana volvió a abrazarme. Maldición, no me iba del país, ¿cuál era el jodido drama?
—Sin ti ella pondrá toda su fuerza contra nosotros.— Dijo Lana contra mi oído como si hubiese leído mis pensamientos.
—No, yo encontraré la manera de seguir controlando todo desde donde esté. Aparte vendré todas las semanas, y si algo anda mal, ustedes me lo harán saber. Créanme que esa desgraciada no se saldrá con la suya solo porque yo me ausente.— Dije firmemente y ella solo asintió no muy convencida al separarse.
No pudo contenerse y me abrazó de nuevo, ésta vez mucho más fuerte.
—Cuídate.— Me dijo aún recostada sobre mi hombro. La apreté fuerte.
—Tú igual, no te dejes Lana, que todo lo que yo te he enseñado no sea en vano, ¿vale?— Dije seria y me separé.
Ella asintió mientras limpiaba sus lágrimas.
—Cuida del enano, por favor.— Supliqué y antes de salir le dediqué una sonrisa a mi hermano.
La bruja y el imbécil me esperaban en la puerta del edificio. Me acerqué a ellos lentamente, con un gran nudo formándose en mi garganta. Me arreglé el bolso que colgaba sobre mi hombro y me coloqué en frente de ellos con la cabeza en alto.
—¿Lista?— Preguntó Tom sonriendo mientras tomaba el bolso de mi hombro y me abría la puerta.
En la calle estaba estacionado un Audi R8 color negro. Suspiré y asentí. Él se despidió de la bruja y yo me dirigí hacia el auto sin siquiera dedicarle una mirada. Tom me abrió la puerta del copiloto y entré.
~~~
—Adelante.— Dijo abriendo la puerta de su departamento con una sonrisa.
Entré y me encontré con un pasillo largo, de paredes impecablemente blancas. Caminé hasta llegar a la sala del departamento. Las paredes eran color vino, había una chimenea artificial y los muebles eran negros. Habían grandes ventanales que dejaban ver la ciudad por completo. Era bastante acogedor. Frente a mí estaban unas escaleras rectas y a mi derecha había una puerta. El diseño era bastante extraño, pero se notaba espacioso y sobre todo, caro.
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...