Estaba cenando en silencio con Tom. De vez en cuando me miraba de soslayo, pero no le di importancia. Mi estómago me agradecía profundamente este gesto. Hacía muchísimo tiempo no comía de forma tan completa. Viviendo con Teressa, si comíamos dos veces al día era demasiado.
En ese momento no hacía otra cosa que pensar en Giovanni y Lana. Deseaba más que nada en el mundo que estuviesen sentados a mi lado, disfrutando de esa carne perfectamente cocinada, esa ensalada deliciosamente fresca y todas las demás cosas que habían en mi plato.
Carolay me miraba con una sonrisa pintada en el rostro. Seguí comiendo en silencio, hasta que al imbécil a mi lado se le ocurrió abrir la boca.
—Lamento si fui algo brusco contigo hace rato, Kiana.— Se disculpó con un tono de arrepentimiento notorio en su voz.
Pero lamentablemente, no le creía una mierda.
—Estoy acostumbrada.— Dije encogiendo los hombros con desinterés.
—No quiero que lo estés mientras vivas conmigo.
—Da igual.
—No.
—Sí.
Tomé mi plato y me dirigí al lava platos, pero antes de siquiera llegar a él, Carolay me arrebató todo de las manos con una sonrisa. Quise corresponderle pero no pude. Me di la vuelta y antes de salir de la cocina, Tom me tomó del brazo.
—Kiana, quiero que sepas que si actué de esa forma fue porque no soporto que ninguna mujer se llame así, mucho menos tú.— Dijo mirándome a los ojos y me solté de su agarre con fuerza.
—Déjame en paz, ¿quieres? No me interesa lo que te gusta y lo que no, soy sólo una "simple mujer de negocios" ¿recuerdas?— Dije haciendo comillas con mis dedos.
—¡Maldita sea!— Gruñó.
Pasó las manos por su cabello con visible exasperación y luego me miró con rabia.
—No quiero ser indiferente contigo, Kiana, ¿sabes por qué?— Iba a responder pero siguió hablando.
—Desde que eras una niña de trece años, desde esa noche que estuviste conmigo, desde ese maldito día, te he deseado como a nadie más. Lo sé, soy mayor, pero simplemente no puedo evitar sentirme conmovido por tu inocencia.— Dijo acercándose a mí, tratando de colocar sus manos en mi rostro, pero me alejé instintivamente.
¿Qué mierda acababa de decir este enfermo? ¿Acaso tiene una obsesión conmigo? ¿Por eso me compró todas esas cosas y me trata tan "bien"? Pero, maldita sea, estaba haciendo lo mismo que la bruja, sólo que en una perspectiva diferente.
De todas formas me está obligando a prostituirme y usar todas esas cosas que me compró, utilizando la seguridad de mi hermano y Lana de por medio. Es un enfermo bipolar, y sinceramente estaba empezando a asustarme.
Él mismo había dicho que hacía ya mucho tiempo que estaba proponiéndole esto a la bruja. ¿De cuánto tiempo hablamos? ¿Acaso...?
—Yo quería tenerte para mí desde esa noche, Kiana. Repetidas veces le dije a tu madre que te dejara venir conmigo, pero nunca quiso. Decía que te necesitaba para hacer todo lo que ha hecho hasta ahora. Necesitaba tus servicios para formar su negocio.— Dijo como si hubiese leído mis pensamientos, mirándome de una manera extraña.
—¿Qué dice?— Fue lo único que pudo salir de mi garganta.
Estaba más que confundida y asqueada. Miré hacia mi izquierda y no había nadie. Carolay se las arregló para irse por otro lado sin que llegáramos a verla.
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...