Me senté en la cama cuando la luz me pegó de repente en el rostro. Al abrir uno de mis ojos pude ver a Abraham al pie de la cama, sonriéndome.
Bufé y volví a acostarme, tapándome con las sábanas para evitar el reflejo de la luz.
—Kiana, levántate.— Le escuché decir.
Gruñí y me hundí más en la almohada.
De repente, sentí como la sábana se deslizaba suavemente lejos de mi rostro, pero el reflejo de la luz no llegó a mis ojos, por lo que los abrí y pude verlo frente a mí, sonriendo.
—Tienes que levantarte.— Dijo suavemente.
—No quiero.— Murmuré con la voz ronca debido a que acababa de despertar.
—Tenemos que irnos en menos de una hora.
Gruñí.
—¿Qué hora se supone que es?— Pregunté con fastidio.
—Las seis de la tarde.— Dijo entre risas.
—Es temprano.— Me removí un poco para evitar mostrar mi sonrisa.
—Necesito que te levantes.— Soltó una carcajada.
Hice un sonido de fastidio con mi garganta. Había estado durmiendo toda la tarde luego de almorzar.
—Está bien.-—Dije antes de despejar mis ojos con mis manos.
—Te espero para cenar.— Dijo antes de darme un beso en la mejilla.
Sonreí y luego se apartó, haciendo que los rayos de luz tardecinos golpearan de nuevo en mis ojos.
Le sentí salir de la habitación y me dispuse a levantarme. Sin embargo, cuando estuve sentada en la cama ya a punto de posar mis pies sobre el suelo para caminar, recordé algo de la noche anterior (que no había tomado en cuenta en todo el día), justo antes de dormirme.
"Que hacíamos una linda pareja".
Sin poder evitarlo, sonreí y me dirigí al otro lado de la habitación, donde se encontraba la maleta que Abraham había medio hecho la noche anterior.
Fruncí el ceño al notar que había otra maleta mas pequeña. Me encogí de hombros, suponiendo que era el equipaje de Abraham.
Al abrir la maleta, toda mi ropa estaba arrugada y amontonada. No me había cambiado en todo el día, por lo tanto no había apreciado aquello.
Rodé los ojos, pero me las arreglé para sacar algún conjunto de ropa.
Tomé unos pescadores de jean, junto con mis Vans negras y una blusa común de rayas blanco y negro, ya que todas las demás estaban arrugadas.
Definitivamente Abraham no pensó antes de meter toda mi ropa de forma desordenada.
Agarré la ropa y luego de tomar un conjunto de ropa interior color blanco, me dirigí al baño.
Me duché rápidamente, cuidando no mojar mi cabello y al momento de secarme, me di cuenta de un pequeño inconveniente.
No había toalla.
Fruncí el ceño y comencé a caminar en puntas por todo el baño, abriendo y cerrando gabinetes de todas las repisas, rogando para que hubiese una toalla escondida.
Maldije internamente al notar que no había nada.
—¡Kiana, vamos a cenar!— Escuché exclamar a Abraham justo detrás de la puerta.
Mordí mi labio inferior.
—Tengo un problema.— Murmuré.
—¿Qué?— Preguntó en tono confundido.
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Falling Down
General Fiction¿Qué sucede cuándo a una chica la obligan a, prácticamente, arruinar su vida? ¿Y si la persona que la somete a esto, fuese una de las que debe amarla más que a cualquier cosa en el mundo? ¿Qué puede llegar a ocurrir si la vida obliga a una joven a c...