58 - ¿Qué he hecho mal?

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Viernes, 26 de septiembre de 2031, Madrid.

Eva fue puntual.

Cuando Samantha aparcó junto a su hospital, la gallega ya estaba allí. Se quitó las gafas de sol, la recibió con un fuerte abrazo y le dio las gracias por dejarla ir con ella. Entraron juntas a la sala de espera después de que Samantha se registrara en el mostrador de recepción. Las hicieron esperar durante unos minutos en los que Eva observó todo con sus enormes ojos azules toqueteándose unos flecos que le salían del pantalón.

- Ayer encontré algo en casa – le dijo Sam a bocajarro pero en susurros. Había algunas personas más allí esperando y si algo odiaba la valenciana era que la gente no supiera comportarse en sociedad y no respetara los lugares en los que se apreciaba cierto silencio y tranquilidad. – Es una cajita, y tiene una pulsera dentro. Es de Flavio. Una de esas pulseras Tot-em, ¿sabes lo que es?

- Sí. ¿Por qué me lo cuentas?

- Estaba muy bien guardadita en la butaca del piano, debajo de la libreta con la que compone y varias partituras.

- Entonces querrás decir que estaba escondida – Samantha asintió. - ¿La has escuchado?

- Todavía no. ¿Tú sabes algo?

Eva negó con la cabeza con sinceridad.

- Lo que Flavio haya grabado ahí, sólo lo sabe él – le dijo. – Pero si lo guardó con tanto cuidado, quizá no quería que la encontraras. A lo mejor es una sorpresa y te lo iba a enseñar en la cena, no sé. Deja que lo haga él. ¿Qué crees que puede ser? ¿Una pedida de mano?

- No nos podemos casar, no se ha divorciado todavía. Y aunque pudiéramos, no lo haríamos aún. Estoy segura de que me ha compuesto una canción.

- Entonces dale la oportunidad de que te la enseñe él.

La valenciana torció los labios sabiendo que Eva tenía razón, pero el ansia y la intriga le ganaban. Había dejado la cajita en casa, pero en ese momento se le ocurrió que quizás podría llevarla por la tarde al hospital y decirle a Flavio que la había encontrado de manera accidental. Él le enseñaría lo que había grabado en ella y ella le mostraría la ecografía, como si fuera un intercambio de declaraciones de intenciones.

- No me puedo creer que vaya a verle la cara a mi sobrino – dijo Eva instantes más tarde, emocionada e ilusionada mientras accedían a la consulta de ginecología.

- Yo tampoco – reconoció Samantha con un suspiro. Se sentía nerviosa, ansiosa, ilusionada y algo acojonada. Por supuesto, le hubiera gustado tener allí al padre de su hijo con ella, pero se conformaba con saber que la esperaba y que se recuperaba lentamente pero lo hacía. – No sé cuánto tiempo más se lo voy a ocultar a Flavio. El médico tiene razón en eso de ser selectivos con las noticias impactantes pero ahora que se ha despertado, me da miedo que se enfade por no habérselo dicho antes.

- No se va a enfadar. Y si lo hace, le va a durar un suspiro. En cuanto le ve la cara al niño, se le va a pasar cualquier cabreo.

- O niña.

- ¿Tú qué crees es?

- Yo estoy segura de que es niño, la verdad – sentenció. – Aunque he leído que, aunque ya tienen los genitales definidos, tarda un poco más en saberse el sexo del bebé porque no se dejan ver.

- ¿Y si vienen varios?

- ¿Cómo varios? Que tengo un útero, no una máquina de hacer churros.

- Es una posibilidad.

- Calla, quita – rio. – Si fueran varios se habría visto en la primera ecografía. Son sacos distintos. Aunque también he leído que hay veces que un hermano se "come" al otro dentro de la tripa, y un embarazo doble pasa a ser uno normal. Pasan cosas super heavies en los embarazos, ¿sabes? No es todo tan fácil como lo pintan.

UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora