NOTA DEL AUTOR: esto normalmente va al final, y si lo pongo al principio ya os podéis imaginar por qué es...
Que el título no os confunda, no se viene drama, se viene +18.
Y bastante.
LEE BAJO TU RESPONSABILIDAD.
_______________________________________Jueves, 9 de mayo de 2030, Madrid.
Amaneció un buen día, y en general, hacía tiempo que Samantha no se levantaba tan de buen humor.
Las últimas semanas le había costado mantener la que había sido su filosofía de vida durante muchos años, el "no pasa nada", porque sentía que últimamente sí pasaba, y pasaba de todo. Pero el sol entraba a raudales por los cristales del balcón de su dormitorio cuando el despertador sonó a las ocho. Se detuvo unos minutos en apreciar cómo esa luz dibujaba distintas formas en la pared, desperezándose y repasando mentalmente las tareas para ese día.
Y no era un día fácil.
Tenía clase por la mañana con una de sus alumnas, pese a que hubiera decidido moverlas a la tarde, aquella tarde le sería imposible porque la tendría ocupada con Flavio, tanto en el estudio como con la sesión de fotos posterior. Y de hecho, iba a pasar casi todo el día entre estudios, porque después de su clase de nueve a diez y media, a las once la esperaban en su estudio para seguir grabando un par de voces para su propio CD, que vería la luz en breve. Y de ahí, sacando tiempo para comer como pudiera, tenía que ir volando para estar a las cuatro en el estudio de la radio con la que colaboraba para grabar las voces de la canción que había compuesto con Flavio, cuya sesión empezaba antes porque tenía que grabar el piano a parte.
Y las horas corrieron lentas: lentas en la clase, lentas en su estudio, distraída mientras grababa sus voces y le proponían cambios y no conseguía asimilarlos porque sólo podía pensar en una cosa. O mejor dicho, en una persona.
La verdad era que no se habían visto desde el lunes. Principalmente porque era ella la que no tenía tiempo, y le habían pedido expresamente en su discográfica que no hiciera el tonto con el horario de sueño y de descanso, así que se estaba portando bien y trataba de dormir ocho horas, comer bien y beber mucha agua. Por su parte, Flavio había ocupado varios ratos de su tranquila rutina en reuniones con sus abogados y en retomar el contacto con amigos a los que tenía olvidados. Y Samantha se repetía en su fuero interno ese tan consabido dicho español de que había más días que longanizas, pero a veces se sorprendía a sí misma divagando ensimismada sobre aquello que habían dejado a medias en el sofá. En la cola del Mercadona, con el carrito cargado de patatas, leche semi desnatada, guisantes, carne picada, jamón york y pescado congelado esperando a que llegara su turno, acordándose de los ojos con los que le miraba Flavio cuando la tenía encima. En medio del tráfico de Madrid de camino al estudio, con la mirada perdida en un semáforo que no cambiaba nunca a verde, sintiendo todavía encima sus manos, internándose bajo sus pantalones y pellizcándole los glúteos. Lavándose los dientes por la noche y mirándose a sus propios ojos, recordando los piropos que le decía con esa voz tan grave. En la farmacia, comprando enantyum para la próxima regla, recordando sus besos, los mordiscos en el cuello, los lametones por todo el pecho...
- ¿Tiene receta? - le preguntó la farmacéutica.
Samantha no lo escuchó.
... los tirones del pelo, su mano sujetándola del cuello para que no se le escapara...
- Señora... Que si tiene receta...
Samantha pegó un brinco. ¿Sería posible que fuera por la vida más caliente que el pico de una plancha?
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UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanfictionHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...