12 - Si algún día me marcho olvídate de mis errores.

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Flavio subió al escenario con una sensación en parte similar a la que tenía al cantar en el plató de Operación Triunfo hacía diez años: nervios, inseguridad y una ganas tremendas de gustar a su público.

Durante años, esas sensaciones habían desaparecido: sabía que sus recitales funcionaban muy bien con el público que tenía, que era fiel y entregado pero también crítico y constructivo. Pero hacía tiempo que no mostraba en público nada que no hubiera pasado antes por un estudio. Y esa noche lo iba a hacer.

No pudo prestar mucha atención a la presentación que Eva le hizo, pero imaginó que serían cosas buenas viniendo de ella. No pudo escucharla porque por dentro sólo podía pensar en dos cosas: en Samantha, y en su ex mujer.

La canción que la valenciana había cantado le había instalado un extraño sentimiento en el pecho, una especie de presión incómoda que no le dejaba respirar con normalidad, y no dejaba de darle vueltas al tema en su cabeza, repitiéndose a sí mismo un par de versos para no olvidarlos. Y tenía claro que tenía una conversación pendiente con ella, aunque no sabía qué iba a decirle.

Y por otro lado, la canción que había escogido él para cantar en el reencuentro era también otra inédita, algo que había escrito pensando en Graciela, pero por algún motivo, no le pareció correcto estar llorándole a su amor después de que Samantha le hubiera llorado a él. Y por una milésima de segundo, se le pasó por la cabeza la idea de cambiar su decisión, pero las improvisaciones no tenían cabida en ese escenario en el que todo estaba medido al milímetro.

Por eso, cuando subió al escenario, Samantha le vio dudar. Le pareció ver al Flavio aprendiz, no al Flavio artista. Observó cómo colocaba el micrófono para que no le molestara al tocar el piano, y en su cabeza, aprobó que el chico hubiera decidido tocarlo. Le vio secarse el sudor de unas manos temblorosas contra la tela de sus pantalones.

- Me ha preguntado que cuándo compusiste "Lo que construimos"- le confesó Maialen, mientras Flavio explicaba que iba a cantar algo que había escrito hacía muy poquito. - Y no he podido decirle más que la verdad. Si hubieras visto su cara... Lo siento, Titi.

- ¿Qué pasa con su cara?

- Estaba muy desconcertado, como si pensara que lo habías superado fácilmente y se acabara de enterar de que no- Sam se sorprendió.- No ha parado de mirarte todo el rato.

- Mai, no empieces.

- No empiezo nada, me ciño a los hechos verídicos. No te extrañe que quiera hablar contigo después.

- ¿Conmigo de qué?

La conversación murió allí porque Flavio empezó a arrancarle sonidos al piano. Reinaba un silencio pleno en el público cuando una suaves notas rompieron el silencio y su voz, grave y cargada de recuerdos, empezó a llenarlo todo.

Vida de mi vida, ¿a dónde hemos llegado?

Si tú me querías, ¿por qué estás llorando?

Samantha se convenció en ese momento, con esas dos simples frases, de que nunca iba a ser neutral con Flavio en lo que a composición se refiriera. Le volvía loca la manera de componer del chico, de escoger las palabras, la entonación, las notas, el aire que le imprimía a cada sílaba, el cariz con el que las pronunciaba. Tenía una manera muy particular de hacerlo y era maravillosa. Conseguía dejarte clavada en el sitio y no poder apartar la mirada de él.

Estamos tan cerca, más solos que nunca.

Puede que el querernos no sea suficiente.

Quizás con el tiempo lo entendamos todo.

Le escuchaba y poco a poco se le iba haciendo pequeñito el corazón al verlo allí solo, tocando y abriéndose en canal a esas escasas sesenta personas. Aquella composición, según él mismo había dicho, la había terminado hacía pocos días, así que era más que evidente que estaba dedicada a su ya ex mujer, y muy pocas personas allí sabían por lo que estaba pasando el chico, pese a que todos supieran que se había divorciado. Y aún así, aun habiéndole dejado porque no podía tener hijos para después querer aprovecharse de él y de todo el dinero que había ganado a base de esfuerzo durante años, él no era capaz de componer nada negativo sobre ella. Al contrario, se arrancaba de dentro baladones melancólicos con una calidad apabullante y que ponían los pelos de punta.

UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora