Miércoles, 3 de abril de 2030, Barcelona.
Flavio no había subido la persiana por la noche para que entrara la luz natural al día siguiente, por lo que cuando Samantha se desveló al darse la vuelta en la cama, no pudo saber si era ya de día o aún de noche hasta que lo comprobó en el teléfono. Las siete y veinte. Aún faltaban cuarenta minutos para que le sonara el despertador.
El murciano se revolvió a su lado, profundamente dormido, y a tientas buscó su cuerpo, en un gesto instintivo. Ella se colocó de nuevo junto a él, con su espalda pegada a su pecho y aceptó el abrazo en duermevela, pensando que todavía podía estirar ese momento un poco más, porque cuando saliera de ese dormitorio, tendrían que volver a la normalidad, y no estaba preparada para volver a sentirse sola.
Había aceptado quedarse a dormir con él y ni tan siquiera habían puesto espacio de por medio. Habían dormido en la misma cama, abrazados, casi toda la noche, después de haber pasado horas hablando mirándose a los ojos, y no había pasado nada de lo que pudieran arrepentirse más tarde. En la penumbra de la mañana, con unos finos rayos de luz intentando abrirse paso a través del foscurit del ventanal, acarició el brazo que la rodeaba, recordando la noche anterior.
- ¿Estás cómoda? - le había preguntado Flavio en varias ocasiones, siempre preocupado por ella. - ¿Quieres que ponga algo en medio?
Ella no pudo evitar reírse.
- No seas ridículo, Fla, somos adultos y hemos dormido juntos mil veces.
La chica aprovechó ese momento para acercarse a él, para demostrarle que no estaba allí obligada y que tampoco estaba de más recibir un poquito de cariño de vez en cuando.
- Yo también te había echado de menos - le confesó Flavio, con esos ojos azules mirándole con toda la atención del mundo. Estaban tan cerca que el aliento de uno le golpeaba al otro en los labios.- Y desde que vinimos no he parado de hacer símiles a cuando estábamos en la Academia, y no puedo acordarme de la Academia sin acordarme de ti. Estar aquí todos juntos me está trayendo muchos recuerdos...
- Y es muy fácil confundirse, lo sé.
Samantha completó su frase y no tuvo en cuenta las palabras del chico, porque ella estaba pasando por lo mismo. Los dos tenían heridas abiertas, fracasos todavía colgando de sus espaldas.
- Puedes contar conmigo para lo que necesites, Fla, ya lo sabes - dijo, acariciando su mejilla y la línea de la mandíbula, medio a oscuras. - Para hablar, para desahogarte, si necesitas escapar a algún sitio o desaparecer del mundo, mi casa está abierta siempre que la necesites.
- Muchas gracias, Sam.
- No, muchas gracias no, lo digo en serio. No quiero forzarte a confiar en mí, sólo quiero que sepas que puedes hacerlo. Sin vergüenzas ni pudores. No me apartes.
- No te aparto - suspiró - es sólo que estoy tratando de averiguar cómo acercarme a ti sin hacerte daño.
Aquello la desconcertó.
- ¿Por qué me ibas a hacer daño?
Ahí Samantha volvió a sentir que Flavio le ocultaba cosas, que los pensamientos que le pasaban por la cabeza los callaba, se los guardaba para él y en su lugar le planteaba otras realidades que no eran verdad.
- Porque ahora mismo no soy buena compañía para nadie.
- ¿Pero qué estás diciendo? Claro que eres buena compañía.
- Sam, no, han pasado muchos años, ya no soy la misma persona.
- Yo tampoco lo soy - le rectificó ella.- No podemos serlo, pero ser diferentes no es malo. Han pasado años, tenemos que cambiar y evolucionar como personas. Y aún así, te miro y veo al mismo Flavio. Sé que en el fondo sigues siendo el mismo.
ESTÁS LEYENDO
UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanfictionHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...