2- El mundo sabrá tu nombre.

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La Gala estaba siendo un auténtico sopor.

Los presentadores no conseguían que el guión que se les había escrito tuviera chispa y fluidez, y no funcionaba bien con sus personalidades, como si hubiera sido escrito pensando en otras personas y al final les hubieran llamado a ellos como última y precipitada opción. Sólo las "interrupciones" de algunos sketch o actuaciones musicales en directo aportaba algo de vida a una gala que cuando llevaba más de hora y media parecía que había durado cuatro.

Durante los primeros minutos, Samantha se olvidó por completo de la nominación de su compañero porque el número inicial fue una recopilación de grandes canciones de la música en castellano siempre y cuando hubieran aparecido en películas de sello español, cantadas por actores que habían educado la voz expresamente para esa actuación y se les notaba. No había podido evitar hacerles correcciones mentales a medida que se iban sucediendo ante sus ojos, algo perpleja de que pudieran cantar con la laringe en esa posición o con una carencia tan grande de respiración diafragmática.

Los primeros galardones que entregaron fueron a categorías que no les interesaba a nadie, siendo francos. Todo el mundo que veía entregas de ese calibre como los Oscars, los Emmy, los Tony o los mismos Goya, sólo quería saber cuatro categorías: actriz y actor de reparto, dirección y película ganadoras. El resto era paja y relleno a una gala a la que ella había acudido con ilusión y de la que ahora lo único que esperaba era ver a su amigo alzarse con la estatuilla.

Comprobó que "su" película, Volver al hogar, estaba nominada a todo lo que se le podía nominar, salvo efectos especiales. A retazos, viendo esbozos correspondientes a cada categoría, pudo hacerse una idea muy fugaz y liviana del argumento. Se trataba de una película ambientada en la posguerra, porque al parecer no había suficientes películas ya sobre ese tema y alguna sección de la sociedad española no estaba preparada para pasar página sobre algo que había ocurrido hacía casi cien años, que se decía pronto. El protagonista era Carlos Cuevas, interpretaba a un padre de familia que distribuía panfletos en contra de la dictadura en una Barcelona totalmente destrozada y sumida en el terror y la hambruna. Estaba nominado a mejor actor de reparto, y Samantha estaba segura de que se lo iba a llevar de calle. No quería aventurarse por las simples pinceladas que había visto de la película, pero estaba segura de que su personaje iba a terminar con una bala entre ceja y ceja y su sangre esparcida contra los adoquines de un frío callejón.

Se fueron entregando distintas estatuillas, y sonrió orgullosa cuando la película en la que ella había participado le arrebata el Goya a mejor maquillaje y peluquería a la de Flavio. Era uno de esos premios que no importaban, pero aplaudió al recordar cómo habían conseguido convertirla en una madre de familia cuarentona y desquiciada.

Carlos se llevó su galardón y el Palacio entero se vino abajo en aplausos, aun cuando terminó el discurso de agradecimiento con unas palabras en catalán para sus padres, dándoles las gracias de haberle educado como lo habían hecho.

- ¿Tú no tuviste algo con ese chico? - preguntó Débora cuando vio su cara en todas las pantallas del teatro.

Sam sonrió sin dejar de aplaudir, y sólo recordarlo hizo que la sonrisa fuera más amplia.

- Ya te digo.

Miró el tríptico que les habían entregado horas antes y comprobó que dos premios después, le tocaba a Flavio. Fue entonces cuando recayó en algo que no había leído al primer golpe de vista.

- Hey, Flavio va a cantar en directo - le dijo a su hermana, mostrándoselo en el papel.

Y lo iba a hacer en ese mismo momento.

Las luces se apagaron por completo y una voz en off, reverberando contra todas las paredes de ese palacio, le presentó con muy escasas palabras, como si no fuera necesario dar mucha información sobre él porque todo el mundo le conocía ya. El público aplaudió y entre las sombras del escenario se pudo apreciar a alguien caminando hasta un gran piano de cola, reluciente y devolviendo destellos a las pequeñas bombillas que decoraban las escaleras de acceso desde la platea.

UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora