Lunes, 8 de abril de 2030, Madrid.
El despertador a las siete, la ducha a las siete y cuarto y secarse el pelo con el secador a las siete y media para no salir a la calle con ello mojado y coger un catarro. Se miraba al espejo y se replanteaba toda su vida.
Tenía el teléfono apoyado en el lavabo para poder consultarlo sin necesidad de usar las manos, abierto en el chat de Flavio, mientras se afanaba en dejarse el pelo todo lo seco y todo lo liso que podía. Un mensaje entrante hizo vibrar el móvil y cayó dentro del lavabo, por suerte, totalmente vacío.
[07:29h] Flavio: Salgo ya de casa. En veinte minutos estoy allí.
Contestó un escueto "ok" y salió del baño para tomarse un café antes de que llegara su amigo. No es que quisiera despabilarse del todo, es que lo iba a necesitar.
Después de la fría despedida en el parking de la estación de Atocha, habían pasado varios días sin hablar, pero no se podía decir que fuera del todo injustificado. Al llegar a casa, Samantha se había encontrado mil cosas pendientes: para poder acudir a Barcelona a grabar el reencuentro se había visto obligada a posponer clases de canto, grabaciones para la radio y lo que más agobiada le tenía, las primeras demos de lo que sería su siguiente álbum. Aún no tenían ni siquiera decidida la lista de canciones, y era algo que estaba en constante cambio y revisión todavía: quería grabar muchas cosas para tener muchas opciones y quedarse con las que más le gustaran. De momento esa lista ascendía hasta veintisiete canciones, de las cuales dieciocho eran suyas, había cinco co-autorías y el resto habían sido escritas para ella. El proceso compositivo sí que se había dado por finalizado y se estaba trabajando con unas bases para las letras que ya se tenían, pero había que grabar unas ideas iniciales, y ahora tenía que hacer malabares para cuadrar todo lo que se le estaba acumulando en la agenda.
Así, lo que primero hizo al volver a Madrid, fue quedar con su representante, Candela, para avisarle de que, por muy mal que fueran de tiempo, se iba a coger el fin de semana para ir al pueblo. Llevaba desde su cumpleaños sin pisar por allí y necesitaba desconectar de grandes ciudades, tomarse una cerveza con sus amigos, los que quedaban todavía en Beniarrés, sentarse un par de horas muertas con su madre en el sofá o ver cuánto habían crecido los palomos y su sobrina. Necesitaba volver al nido, a hacerse pequeña y que la vida no le exigiera nada, que le diera una tregua.
Candela puso el grito en el cielo, pero no sirvió de mucho. Sólo pudo avisarla de que la siguiente semana estaría hasta arriba de trabajo y que sería peor. Sam cargó el coche, avisó a su casa de que salía ya y que no podría mirar el móvil, y se fue.
Cuando llegó, era casi la hora de comer de un viernes cinco de abril y en Beniarrés lucía un sol de justicia que sufrió en sus propias carnes cuando su madre la sacó de casa para ir juntas a por el pan y que la señora Conchi viera lo guapa que estaba. No fue hasta el sábado por la tarde, cuando su sobrina ya se había hartado de jugar con ella y se hallaba sentada en el sofá tranquilita con el móvil de su madre cuando Débora pudo hacerle un gesto con la mirada que entendió a la primera porque la distancia no había mermado su complicidad. Dejaron a la niña con los abuelos y salieron a dar una vuelta por el pueblo, Débora sin teléfono y Samantha sin saber hasta dónde podía contarle.
- ¿Qué tal el reencuentro? - preguntó la mayor de las Gilabert. Esa conversación la habían tenido el día anterior cenando todos juntos, pero si se lo preguntaba dos veces era porque esperaba otra respuesta.
- Pues sinceramente, no lo sé... Fue muy raro... Con algunos de mis compañeros llevaba años sin hablar y me he dado cuenta de lo que ya sabía: que no les guardo ningún cariño...
- Es normal.
- Pero es extraño, piensas que como la experiencia fue tan fuerte hace años, va a ser igual cuando los vuelvas a ver a todos, pero no lo es.
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UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
Fiksi PenggemarHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...