Visitas no bienvenidas

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CUATRO 

El príncipe dio un recorrido con la mirada a los atuendos y conjuntos acomodados alrededor de la ya estrecha tienda. Los colores sobrios y discretos abundaban más, esto causaba un efecto de acentuación sobre las prendas más extravagantes y llamativas. 

Cada una de ellas elaboradas con sumo cuidado y detalle. Al final de su recorrido, miró al "artista" de aquella exhibición: un hombre bastante normal y común, con piel cálida, ojos oscuros, cabello negro cenizo y -adornando- un peculiar mechón azafranado.

Nunca llegó a entender del todo cómo es que se había enamorado de aquella persona, pero era consciente de que estaba mal y de que debía detenerse. Sin embargo, sus sentimientos siempre fueron más fuertes que su razón, así que alejarse solo fortalecía su amor. 

Estar cerca tampoco era muy beneficioso; su imagen inmaculada e inmutable de príncipe siempre se veía doblegada frente a aquel sujeto. 

-Señor Auron -llamó Luzu acompañado de una sonrisa sincera y encantadora. 

-¿Sí? -dijo Auron acercándose más y esperando alguna petición de su príncipe. 

-¿Le gustaría acompañarme a tomar el té? 

Auron casi cae de espaldas. Luzu nunca se había atrevido a tanto. ¿Tomar el té? ¿dónde? ¿con el príncipe? ¡Qué escándalo tan más desagradable! ¿Por qué Luzu se rebajaría a tanto?

-Yo... -no había ninguna opción. -Yo.. 

***

Pasaban de las ocho de la noche cuando Luzu fue el primero en regresar al palacio. Vegetta no había dejado de dar vueltas frente a la puerta principal, la puerta trasera, la puerta de los carruajes y la puerta de la servidumbre, así que cuando Luzu dio el primer paso dentro del palacio Vegetta ya estaba listo para hacerle un interrogatorio y darle un sermón. 

-¿Dónde estabas? ¿Dónde está Lolito? 

Luzu ni siquiera se sintió tan mal, su mirada perdida y la expresión decaída solo delataron su estado de ánimo, para alguien como Vegetta, que anteponía a sus hermanos antes que a nada, estos detalles insignificantes no escaparon.

-¿Te encuentras bien? ¿Ocurrió algo? -Vegetta tomó los hombros de Luzu, examinando con la mirada el cuerpo del castaño, en busca de algún desperfecto; pero quitando que su camisa estaba un poco desordenada y un botón suelto, no pudo encontrar algo más.

-¿Por qué nadie quiere relacionarse conmigo sinceramente? -Luzu pegó su frente al pecho de su hermano mayor. Tal vez estaba llorando, o tal vez solo buscaba un poco de consuelo.

Sea lo que fuera, Vegetta olvidó que Lolito no estaba. Sus brazos rodearon el cuerpo de su hermano.

***

-Vegettita, ¿por qué no estás usando el broche que compré para ti? ¿no fue de tu agrado? Puedo cambiarlo.

El interior del carruaje se había mantenido callado hasta que Lolito se dio cuenta de que esa era la primera vez que Vegetta no usaba de inmediato alguno de "sus" regalos (que siempre pedía a alguien más que comprara).

El mayor solo lo miró por encima y continuó en silencio. La tristeza de Luzu el día anterior había desviado su atención de Lolito, pero sabía perfectamente que Lolito no llegó hasta pasada la media noche. Además que aquel broche que Lolito le había entregado por la mañana, se ajustaba más a los gustos de Luzu. Vegetta ya no caería tan fácilmente en sus engaños. O eso creía.

El carruaje se detuvo frente al colegio, los cuatro príncipes descendieron, solo para darse cuenta de que una multitud de estudiantes nobles estaban reunidos frente a las escaleras esperando frente al camino de carruajes. Vegetta estaba bastante confundido, ya había pasado un día desde su primer día en el colegio, y ni siquiera ese día había tantas personas esperando.

Rubius vio la confusión en el rostro perfecto y masculino del príncipe, divertido se acercó a él.

-Buenos días, De Luque -rodeó los hombros del príncipe, al instante fue apartado. -Príncipes -saludó con una reverencia al resto.

-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Vegetta sin darle una mirada a Rubius pero claramente dirigiéndose a él.

-Oh, esto, ¿no leíste las noticias de la mañana? Ayer por la tarde llegó a Karmaland uno de los príncipes de Egoland.

-¿¡Egoland!? -Vegetta estaba sorprendido.

En términos de territorio, poder e influencia, Egoland era mucho más importante, poderoso e imponente que Karmaland. Lo más raro de todo era que el reino no había sido informado de esa noticia. ¿Cómo no estaba al tanto de un acontecimiento tan importante?

-¿Cuál de todos? -preguntó Vegetta.

-Parece estar bastante interesado en los príncipes de Ego...

-¡¿Quién?!

Rubius lo miró con un poco de odio y fastidio, rápidamente recobró su semblante y apariencia juguetona. Sonrió antes de responder. -Reborn.

¿Reborn? Vegetta no pudo recordar quién era. Cuando la difusa imagen de un sujeto bien parecido apareció en su cabeza, el sonido de los caballos halando un carruaje interrumpió sus pensamientos. Todos lo nobles esperando en las escaleras bajaron hasta estar frente a la entrada del carruaje.

No fue fácil ver quién descendía, las personas tapaban a aquel príncipe foráneo. Este fue haciéndose espacio hasta llegar frente a Rubius, Vegetta y el resto de los príncipes (Luzu y Alex, pues Lolito ya había desaparecido de nuevo).

Los ojos morados del mayor de los príncipes de Karmaland conectaron de inmediato a aquellos ojos onix. El cabello castaño oscuro desordenado le daba al príncipe de Egoland una aparecía rebelde, que contrastaba perfectamente con su silueta trabajada envuelta en una camisa blanca y sencilla acomodada a la perfección, y un abrigo largo azúl zafiro tan elegante como el mismo en general.

Rubius miró a Vegetta, el príncipe parecía bastante concentrado en la persona frente a él. Sería una mentira decir que no se sintió un poco incómodo.

-Príncipes -saludó el hombre con una reverencia elegante. -No espera tener tan pronto placer de encontrarme con ustedes. Pensaba más en una asamblea privada, donde no tuviéramos tantos distractores. -Dijo sonriendo y encantando a cualquiera que lo mirase.

-¿Quién es este? -preguntó Alex sin entender nada.

Luzu se sonrojo de la pena ajena, Vegetta volteó a lanzarle una mirada de muerte a su hermano menor, Rubius casi no aguantaba las ganas de reír.

-Eeh -Vegetta no sabía cómo dirigirse a alguien con más estatus que él. Desde niño había sido educado para dar órdenes y actuar bonito y distante. Recordando vagamente las clases de etiqueta y modales, sonrió y devolvió la reverencia. -El placer es nuestro, príncipe Reborn.

Reborn observó a Los tres príncipes y al instante sacó sus propias conclusiones y opiniones:

Alex: A pesar de ser el más llamativo de todos en cuanto a apariencia, también era el más inmaduro y joven.  Ni su heterocromía hermosa, ni su cabello oscuro compensaban su mal carácter.
Luzu: El más "normal" de todos si no fuera por sus ojos escarlata. Personalidad débil y corazón ocupado por alguien más. No valía la pena intentar algo.

Sus ojos terminaron en el mayor de los príncipes: un hombre tan guapo como las pinturas de ángeles retratadas en las iglesias, mirada atractiva, liderazgo natural y madurez suficiente para encajar en cualquier conversación de etiqueta.

La opción perfecta.

Rubius se dio cuenta de la manera tan... Peculiar, en la que Reborn miraba a Vegetta.

No sabía porqué, pero quería llevarse al mayor de los príncipes lejos de ahí.







Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora