Necesidad de explicaciones

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SESENTA Y NUEVE

Dos chicos cayeron rendidos sobre el suelo del campo de entrenamiento. Sus pechos no dejaban de subir y bajar para recuperar el aliento. Ambos lucían como si en algún momento pudieran desmayarse.

-No lo entiendo, claramente mi condición física no es mala, incluso he enfrentado a otros nobles y escalado paredes, ¿por qué es así de agotador? -dijo Alex entrecortadamente.

El castaño a su lado, que no estaba en mejores condiciones, le dio un golpe en el hombro con tan poca fuerza que Alexby ni siquiera lo notó. -Eres demasiado débil, solo sabes ser mimado.

El menor giró la cabeza para observar al chico que hablaba como si él estuviera bien. No quería discutir, pues estaba demasiado cansado, así que se limitó a guardarse su opinión.

-El entrenamiento que el príncipe Vegetta ha seleccionado para ustedes es evidentemente más intenso y demandante que un entrenamiento básico. No es raro que se sientan tan cansados o que terminen adoloridos, de hecho, debo decir que lo hacen muy bien, ambos aprenden rápido.

Los dos príncipes lanzaron una mirada cargada de fastidio al lindo chico rubio, quien, aunque había realizado los mismos ejercicios que ellos, se encontraba radiante con una sonrisa animada.

Jesuss fue el primero en recuperar un poco de energía para quejarse. -¿¡Por qué tú no estás muriendo!? No te ves mucho mayor que nosotros, de hecho, pareces menor, dices que no vienes de ninguna familia noble, tu entrenamiento no puede ser de calidad, no hay explicación para que seas mejor.

-Eso... -el rubio se rascó la cabeza con nerviosismo, sus grandes ojos buscaron ayuda en Alexby, pero este también estaba interesado en escuchar la respuesta. Sin otra opción, suspiró antes de seguir hablando. -Fui un huérfano de los barrios bajos. Sin padres ni hermanos que me defendieran o me enseñaran a luchar, estuve a punto de morir muchas veces por involucrarme en peleas por comida. Fue hasta que el señor Lexosi, entrenador del príncipe Vegetta y jefe de unidad en las defensas de Karmaland, me encontró que pude aprender de él todo lo que sé sobre el combate en batalla. Aún no soy lo suficientemente bueno como para alistarme al ejército de Karmaland, pero he participado en algunas misiones menores sobre robos y persecuciones.

Después de hablar, todo se quedó en un silencio incómodo, Arsilex no sabía si había hablado demasiado; tal vez los príncipes se sintieron aburridos o los hizo perder su tiempo.

-Eeeh, pero no soy tan hábil, lo que ustedes han logrado en un par de días a mí me tomó semanas. Estoy seguro de que alcanzarán el nivel que el príncipe Vegetta solicita en menos del tiempo acordado.

-Puff, no necesito halagos como esos, sé reconocer el esfuerzo, claramente te enforzaste demasiado -Jesuss se acercó a Arsilex con los brazos cruzados y la mirada fija. -Prometo esforzarme más en los siguientes entrenamientos.

El castaño salió del campo de entrenamiento con un aire digno, como si toda su energía hubiese vuelto de golpe.

Alex también se acercó a Arsilex.

-Él sabe reconocer el esfuerzo, yo sé reconocer el esfuerzo y los sacrificios que conlleva. No aceptaría a nadie más, cuento contigo para la siguiente sesión.

Arsilex se quedó solo en el lugar, suspiró aliviado. Analizando lo que acababa de ocurrir, sus mejillas se pusieron de un rosa más intenso, una sonrisa involuntaria adornó su rostro. La expresión de alguien que había sido reconocido como entrenador por personas de rangos superiores al suyo.

***

Después de una ducha, los dos jóvenes se quedaron sin mucho qué hacer. Aunque los problemas no dejaban de aumentar, Vegetta los mantenía alejados de esas problemáticas.

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora