VEINTINUEVE
Reborn había regresado a Egoland después del anuncio de la boda. La situación era crítica y no podía permitirse quedarse más tiempo en Karmaland. Vegetta, con ayuda de los sirvientes y del consejero real, se encargó de preparar todo para la celebración. El rey le sugirió que no se preocupara por eso, que todo estaría bajo control, pero Vegetta quería distraerse en algo, así que los días pasaban pesadamente, cada día más cansado que el anterior; con una agenda tan ocupada que no daba espacio para pensar en otra cosa que no fuera el arreglo del jardín, el color de la vajilla, los acabados en los cubiertos de plata, el corte del traje, las flores en los jarrones o la entrada en el menú, se sintió como un pestañeo; la boda estaba a menos de una semana de llevarse a cabo.
Durante todo el tiempo de planeación, Vegetta recibió un par de cartas de Reborn, la primera contenía una disculpa por su ausencia, algunos detalles de la situación en Egoland y unas pocas palabras de aliento para Vegetta. La segunda fue más seria y corta, se notaba en la escritura que había sido escrita con prisa, sin embargo, el remitente se había esforzado en redactar con coherencia y sin ninguna falta ortográfica. Su contenido estaba más enfocado a la justificación que a la información, con palabras clave como "por este motivo", "así que", "me disculpo", "espero que", y otras pocas más como "problemas", "por consecuente", "intentaré" y "urgencia".
Después de la última carta, pasó casi dos semanas sin recibir nada.
Hasta que en la tarde de un martes, cuando extrañamente el cielo estaba despejado y pintado en un degradado en tonos negros, rojos y naranjas, llegaron al palacio tres cartas para tres personas diferentes.
La primera fue entregada a Luzu, quien al ver el sobre salió corriendo a la cúpula en la parte más recóndita del jardín.
La segunda fue llevada a la oficina del rey. Mangel dejó de lado todo lo que estaba haciendo y comenzó a leer la carta, mientras más leía, más pálida se notaba su piel. Cuando terminó, salió de la oficina y preguntó a la persona que le había entregado la carta: -¿Dónde está Vegetta?
-El príncipe Vegetta salió esta mañana a la casa del pastelero para una degustación. Hoy debería ser su última degustación antes de decidir el sabor definitivo para el pastel. Por cierto, -el hombre mostró la bandeja donde estaban las cartas. –También llegó una carta para el joven Vegetta.
Mangel se quedó mirando el sobre, estaba seguro de saber el contenido. Un debate moral surgió en su cabeza, alternando entre tomar la carta y esconderla o dejar que Vegetta supiera lo que decía. No tardó mucho en decidir.
El hombre que esperaba paciente alguna orden del rey, quedó momentáneamente sorprendido al ver a Mangel alejarse, apretando el puño y diciendo a mitad del camino: -Estaré fuera, si mis hijos preguntan, diles que fui a la estación militar.
No mucho después, el príncipe llegó de su visita al pastelero.
Su aspecto se había deteriorado conforme se acercaba la fecha de la boda. Uno pensaría que cualquiera que fuera a casarse se vería más feliz con el paso del tiempo, pero en el mayor de los príncipes era todo lo contrario. No había esa chispa entusiasta en sus ojos, ni ese centellante brillo en la piel, tampoco suavidad en sus expresiones, ni ternura e ilusión en sus palabras.
Incluso el hombre con la bandeja se sintió melancólico al verlo. No llevaba demasiado tiempo trabajando en el palacio, su edad y la de Vegetta podían ser separadas solo por un par de años, pero al convivir diariamente con los príncipes, era imposible que no sintiera nada por ellos.
Recuperando su personalidad elegante y amable, se acercó al príncipe con una sonrisa.
-Príncipe Vegetta, llegó una carta para usted, directamente de Egoland.
La bandeja se presentó ante él con un único sobre en ella. Tenía los sellos de Egoland, pero difería de las anteriores, pues no mostraban al remitente.
Únicamente su nombre estaba escrito en el sobre, con una letra que no reconocía y un trato menos refinado y sofisticado a las que estaba acostumbrado recibir.
***
Mismo aroma, misma letra, sin el nombre de la persona que la escribió y mismo estilo descaradamente amable de redacción.
Luzu arrugó el papel, tan fuerte que sus nudillos se pusieron de un color aperlado. La persona que escribía la carta estaba burlándose de él. Esta vez comenzó el saludo con la felicitación por la próxima boda de su hermano.
"...Antes que nada, déjeme felicitarlo a usted y a la familia real por la boda de su hermano Vegetta. Será muy interesante descubrir los motivos ocultos detrás de tan repentino matrimonio.
Pero por ahora me limitaré a enfocarme en usted, no soy tan hábil como un detective ni tengo a tantas personas a mi cargo como un comandante. Si usted pudiera ayudarme en esto, se lo agradecería muchísimo."
Tsss, ¿quién se cree que soy? Pensó Luzu enfadado por la insinuación del remitente.
"Lo sé, lo sé, debe estar pensando que lo he ofendido, me disculpo, sé perfectamente que nuestro príncipe Luzu no haría algo como vender a sus hermanos. Pero si llegamos a un acuerdo, creo que sería capaz de hacerlo.
Déjeme explicar. Tengo información incompleta sobre el asunto del matrimonio arreglado de Reborn y Vegetta, upss, ¿fui demasiado directo? Bueno, es algo que ambos sabemos, no deberíamos preocuparnos por el modo. Volviendo al caso, lo que sé, por el momento, es que las cosas en Egoland no están bien, y que la guerra es algo casi inevitable, en algún momento Egoland necesitará el apoyo de otro país, ¡¿y qué mejor opción que Karmaland?!"
Luzu se detuvo un momento, no sabía que ese era el motivo por el que se había tratado un matrimonio arreglado, pero tampoco podía confiar en las palabras de esta persona, por mucho sentido que tuvieran.
Continuó leyendo.
"Lo que yo necesito... Es que usted me ayude a saber más sobre la situación militar de Karmaland, sé que no le será difícil, después de todo usted es el príncipe, debe tener acceso a esas cosas. También necesito información sobre los convenios con Egoland, tal vez eso sea más complicado, pero confió en sus capacidades.
Está de más escribir qué pasará si no hace lo que le digo, ¿cierto?
¡Oh! De nuevo sonó como una amenaza. No quiero que el príncipe Luzu me considere un enemigo, por favor piense en esto como un beneficio a largo plazo. ¿Beneficio para quién? Si usted me ayuda, no dude que esos beneficios lo incluirán.
Sin más por el momento, me despido. Espere mi siguiente carta, donde le explicaré cómo otorgarme la información que requiero.
Gracias por su esfuerzo y felicidades por la boda de nuestro príncipe Vegetta."
Luzu entró al palacio, como con la anterior carta, acercó el papel a una de las lámparas de aceite. En menos de diez segundos, la carta había desaparecido, al igual que el atardecer rojizo y precioso, al igual que la tranquilidad en el corazón; desapareció como la intensa luz en la lámpara de aceite y como esa intensa luz que sería capaz de iluminar el lugar con su presencia.
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Without a Crown KARMALAND AU
FantastikLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...